Antecedentes
El consumo insuficiente de frutas y verduras es una carga considerable para la salud en los países desarrollados. El consumo de cantidades adecuadas de frutas y verduras se asocia con una reducción en el riesgo de futuras enfermedades no contagiosas (como las enfermedades cardíacas y circulatorias). La primera infancia representa un período crítico para el establecimiento de hábitos alimentarios que continúan en la edad adulta. Por lo tanto, las intervenciones para aumentar el consumo de frutas y verduras en la primera infancia pueden ser una estrategia efectiva para reducir esta carga de morbilidad.
Pregunta de la revisión
Evaluar la repercusión de las intervenciones diseñadas para aumentar el consumo de frutas o verduras o ambos, en niños de hasta cinco años de edad.
Métodos
Se hicieron búsquedas en varias bases de datos electrónicas y en revistas relevantes para encontrar ensayos. Se estableció contacto con los autores de los ensayos incluidos para obtener ensayos adicionales potencialmente relevantes. Fue elegible cualquier ensayo aleatorizado (los participantes tienen las mismas probabilidades de ser asignados a un tratamiento o a un control) de intervenciones dirigidas a aumentar la ingesta de frutas o verduras o ambos, en niños de hasta cinco años de edad que midiera la ingesta. Dos autores de la revisión, de forma independiente, buscaron y extrajeron la información de los ensayos. La evidencia está actualizada hasta enero 2020.
Resultados
Se incluyeron 80 ensayos en los que participaron 12 965 personas. Cincuenta ensayos examinaron intervenciones de prácticas de alimentación infantil (p.ej. exposición repetida a verduras); 15 examinaron intervenciones de educación nutricional de los padres; 14 examinaron intervenciones de componentes múltiples (p.ej. combinación de cambios de política preescolar con educación de los padres); dos examinaron intervenciones de educación nutricional de los niños y uno examinó una intervención de conciencia plena centrada en los niños. Las intervenciones de prácticas de alimentación en niños pueden dar lugar, y las intervenciones de componentes múltiples probablemente pueden dar lugar a aumentos pequeños en la ingesta de frutas y verduras a corto plazo en los niños (menos de 12 meses). No está claro si las intervenciones de educación nutricional de los padres o los niños son efectivas para aumentar la ingesta de frutas y verduras en los niños. No hubo información suficiente para evaluar la efectividad a largo plazo, la coste-efectividad ni los efectos perjudiciales no intencionales. Los ensayos que informaron sobre la ayuda económica recibieron fondos gubernamentales o de organizaciones benéficas, excepto cuatro estudios que informaron haber recibido financiación de la industria.
Conclusiones
Las prácticas de alimentación infantil pueden aumentar la ingesta de frutas y verduras por parte de los niños (en 5,30 gramos por día), pero esta conclusión se basa en evidencia de calidad baja y la confianza en este efecto es limitada. Las intervenciones de componentes múltiples probablemente aumentan la ingesta de frutas y verduras por parte de los niños (en 0,34 tazas al día), según evidencia de calidad moderada. No está claro si las intervenciones de educación nutricional de los padres aumentan la ingesta de frutas y verduras de los niños.
Esta es una revisión sistemática continua. Las revisiones sistemáticas continuas ofrecen un nuevo método de actualización de las revisiones, en el cual la revisión se actualiza continuamente, con la incorporación de la nueva evidencia relevante según esté disponible. Consultar el estado actual de esta revisión en la Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas.
A pesar de que se identificaron 80 ensayos elegibles de diversos enfoques de intervención, la evidencia sobre la forma de aumentar el consumo de frutas y verduras de los niños sigue siendo limitada en cuanto a la calidad de la evidencia y la magnitud del efecto. De los tipos de intervenciones identificadas, hubo evidencia de calidad moderada de que las intervenciones de componentes múltiples probablemente dan lugar, y evidencia de calidad baja de que las prácticas de alimentación infantil pueden dar lugar, solo a pequeños aumentos en el consumo de frutas y verduras en niños de hasta cinco años de edad. No se sabe con certeza si las intervenciones de educación nutricional de los padres o de los niños por sí solas son efectivas para aumentar el consumo de frutas y verduras en los niños de hasta cinco años de edad. La confianza en las estimaciones de los efectos de todos los enfoques de intervención, con la excepción de las intervenciones de componentes múltiples, es limitada debido a que la base de evidencia es de calidad muy baja a baja. Se necesita un seguimiento a largo plazo de al menos 12 meses y la investigación futura debe adoptar métodos más rigurosos para generar avances en el campo.
Esta es una revisión sistemática continua. Las revisiones sistemáticas continuas ofrecen un nuevo método de actualización de las revisiones, en el cual la revisión se actualiza continuamente, con la incorporación de la nueva evidencia relevante según esté disponible. Consultar el estado actual de esta revisión en la Base de Datos Cochrane de Revisiones Sistemáticas.
El consumo insuficiente de frutas y verduras en la niñez aumenta el riesgo de futuras enfermedades no transmisibles, incluidas las enfermedades cardiovasculares. Con objeto de evaluar las posibilidades de reducir esta carga de morbilidad es necesario comprobar los efectos de las intervenciones para aumentar el consumo de frutas y verduras, incluidas las que se centran en estrategias específicas de alimentación infantil o intervenciones más amplias de componentes múltiples dirigidas al domicilio o al entorno de la guardería.
Evaluar la efectividad, la coste-efectividad y los eventos adversos asociados de las intervenciones diseñadas para aumentar el consumo de frutas, verduras o ambos, en niños de hasta cinco años de edad.
Se hicieron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase y en dos registros de ensayos clínicos para identificar ensayos elegibles el 25 de enero 2020. Se hicieron búsquedas en Proquest Dissertations and Theses en noviembre 2019. Se revisaron las listas de referencias de los ensayos incluidos y se realizaron búsquedas manuales en tres revistas internacionales de nutrición. Se estableció contacto con los autores de los estudios incluidos para identificar otros ensayos potencialmente relevantes.
Se incluyeron ensayos controlados aleatorizados, incluidos los ensayos controlados aleatorizados por conglomerados y los ensayos cruzados (crossover) de cualquier intervención dirigida principalmente al consumo de frutas, verduras o ambos, en niños de hasta cinco años de edad, y que incorporaron una evaluación alimentaria o bioquímica del consumo de frutas o verduras. Dos autores de la revisión, de forma independiente, examinaron los títulos y los resúmenes de los artículos identificados; un tercer autor resolvió los desacuerdos.
Dos autores de la revisión, de forma independiente, extrajeron los datos y evaluaron el riesgo de sesgo de los estudios incluidos; un tercer autor resolvió los desacuerdos. Debido a la heterogeneidad no explicada, en los metanálisis de los desenlaces principales de la revisión se utilizaron modelos de efectos aleatorios cuando se identificó un número suficiente de ensayos. Se calcularon las diferencias de medias estandarizadas (DME) para considerar la heterogeneidad del consumo de frutas y verduras. Se realizaron evaluaciones de los riesgos de sesgo y se valoró la calidad de la evidencia (método GRADE) mediante los procedimientos Cochrane.
Se incluyeron 80 ensayos con 218 grupos en los ensayos y 12 965 participantes. Cincuenta ensayos examinaron la repercusión de las prácticas de alimentación infantil (p.ej. exposición repetida a los alimentos) en el aumento de la ingesta de verduras en los niños. Quince ensayos examinaron la repercusión de la educación nutricional de los padres en el aumento de la ingesta de frutas y verduras en los niños. Catorce ensayos examinaron la repercusión de intervenciones con componentes múltiples (p.ej. educación nutricional de los padres y cambios en las políticas preescolares) en el aumento de la ingesta de frutas y verduras en los niños. Dos ensayos examinaron el efecto de una intervención de educación nutricional en los niños sobre el aumento de la ingesta de frutas y verduras. Un ensayo examinó la repercusión de una intervención de conciencia plena centrada en el niño para aumentar la ingesta de verduras.
Se consideró que 23 de los 80 ensayos incluidos no presentaron un riesgo de sesgo alto en todos los dominios. Los sesgos de realización, de detección y de desgaste fueron los dominios considerados con más frecuencia como en riesgo de sesgo alto para los ensayos restantes.
Hay evidencia de calidad baja de que las prácticas de alimentación infantil versus ninguna intervención pueden tener un efecto positivo pequeño sobre el consumo de verduras en los niños, equivalente a un aumento de 5,30 gramos en el consumo de verduras deseado (DME 0,50; IC del 95%: 0,29 a 0,71; 19 ensayos; 2140 participantes; media del seguimiento posintervención = 8,3 semanas). Las intervenciones de componentes múltiples versus ninguna intervención tienen un efecto pequeño sobre el consumo infantil de frutas y verduras (DME 0,32; IC del 95%: 0,09 a 0,55; 9 ensayos, 2961 participantes; evidencia de calidad moderada; media del seguimiento después de la intervención = 5,4 semanas), equivalente a un aumento de 0,34 tazas de frutas y verduras por día. No se sabe si existen diferencias a corto plazo en el consumo infantil de frutas y verduras en los metanálisis de los ensayos que examinan la educación nutricional de los padres versus ninguna intervención (DME 0,13; IC del 95%: -0,02 a 0,28; 11 ensayos, 3050 participantes; evidencia de calidad muy baja; media del seguimiento después de la intervención = 13,2 semanas). No fue posible agrupar las intervenciones de educación nutricional infantil en el metanálisis; ambos ensayos informaron de un efecto positivo de la intervención sobre el consumo infantil de frutas y verduras (evidencia de calidad baja).
Muy pocos ensayos informaron sobre la efectividad a largo plazo (6 ensayos), la coste-efectividad (1 ensayo) o las consecuencias adversas no deseadas de las intervenciones (2 ensayos), lo que limita la capacidad para evaluar estos desenlaces. Los ensayos informaron que recibieron fondos gubernamentales o de organizaciones benéficas, excepto cuatro estudios que informaron sobre la financiación por parte la industria.
La traducción de las revisiones Cochrane han sido realizadas bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.