Ejercicio para pacientes mayores durante estancias hospitalarias imprevistas

Mensajes clave

Algunos tratamientos con ejercicio podrían tener un resultado beneficioso en los adultos mayores durante una estancia hospitalaria imprevista, aunque no es posible afirmarlo con seguridad. Las intervenciones con ejercicios probablemente no causen efectos perjudiciales. No se encontró un aumento del riesgo de caídas para los adultos mayores cuando estuvieron en el hospital.

¿Cuál es el problema?

Los adultos mayores suelen perder la capacidad de realizar sus actividades cotidianas habituales tras un ingreso hospitalario imprevisto. Una de las razones es que se vuelven menos activos en el hospital de lo que serían normalmente en casa cuando se encuentran bien. Estar inactivo en el hospital también podría contribuir a otros problemas, como un mayor riesgo de sufrir confusión, dificultad para desplazarse y una menor calidad de vida al recibir el alta hospitalaria.

¿Qué se quería averiguar?

¿Ayudar a las personas mayores a hacer ejercicio durante su estancia en el hospital mejora su recuperación y su capacidad para llevar a cabo sus actividades cotidianas habituales cuando reciben el alta?

¿Qué se hizo?

Se buscaron, en bases de datos médicas, estudios que compararan los programas de ejercicios con la atención habitual (con o sin una intervención simulada o falsa). La atención habitual fue el tratamiento que se daba normalmente a los pacientes que no formaban parte de los estudios de investigación. Dos estudios utilizaron intervenciones simuladas además de la atención habitual. Las intervenciones simuladas no se diseñaron para influir en la recuperación de los pacientes, sino para añadir un nivel de confianza a los estudios de investigación.

¿Qué se encontró?

Se encontraron 24 estudios con 7511 participantes, de los cuales el 58% fueron mujeres. La media de edad de los participantes en los estudios varió de 73 a 88 años. Trece estudios se realizaron en Europa, seis en Oceanía, cuatro en Norteamérica y uno en Sudamérica. Los participantes ingresaban en el hospital con una amplio abanico de enfermedades o trastornos médicos, como infecciones, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, hemorragias en el estómago o en el intestino, y vértigo.

Los tipos de tratamientos con ejercicios y la cantidad de ejercicio que se pidió a las personas variaron considerablemente. Nueve estudios clasificaron el tratamiento con ejercicios como actividades relacionadas con la rehabilitación (tratamientos diseñados para aumentar la actividad física, pero que no seguían un programa específico de ejercicios). Seis estudios consistieron en ejercicios estructurados (un programa de ejercicios específico que realizaron todas las personas del grupo de tratamiento). El ejercicio podría haber variado en función de la capacidad de cada persona, pero el tratamiento no incluyó un entrenamiento progresivo de fuerza. Con el entrenamiento progresivo de fuerza las personas ejercitan los músculos contra algún tipo de resistencia que se incrementa progresivamente a medida que su fuerza mejora. Nueve estudios proporcionaron un elemento de entrenamiento progresivo de resistencia.

Principales hallazgos

Los programas de ejercicios podrían dar lugar a una diferencia escasa o nula en la capacidad de las personas para llevar a cabo las actividades cotidianas habituales en comparación con la atención habitual (con una puntuación del 1,8% mejor, que varió del 0,43% peor al 4,12% mejor).

En comparación con la atención habitual (con o sin tratamientos simulados), el tratamiento con ejercicios dio lugar a una mejora del 6,5% (del 0,2% al 13,1%) en las puntuaciones de capacidad para caminar y desplazarse. Sin embargo, debido a la calidad de la evidencia, no se conoce el verdadero efecto de los programas de ejercicios.

Un 10% menos de personas (entre un 42% menos y un 41% más) que recibieron programas de ejercicios en comparación con los que recibieron la atención habitual experimentaron uno nuevo cuadro de confusión durante la hospitalización, aunque no se tiene seguridad sobre los resultados.

Ningún estudio midió si las personas que participaron en la investigación pensaron que el tratamiento con ejercicios había tenido éxito.

Los programas de ejercicio podrían no mejorar clínicamente la calidad de vida al alta hospitalaria en comparación con la atención habitual (6,0% mejor, con un intervalo de 0,9% mejor a 15,5% mejor).

Los programas de ejercicio probablemente suponen una escasa diferencia en el número de personas que se caen durante la hospitalización en comparación con la atención habitual (un 1% menos de personas, con un intervalo del 41% menos al 65% más).

Un 2% más de personas (entre un 38% menos y un 68% más) que recibieron programas de ejercicio se encontraron peor durante la hospitalización en comparación con los que recibieron la atención habitual. Sin embargo, debido a la calidad de la evidencia, no se conoce el verdadero efecto de los programas de ejercicios.

Sigue sin conocerse si algún tipo de ejercicio en concreto tiene más efectos beneficiosos que otros.

¿Cuáles son las limitaciones de la evidencia?

La calidad de las pruebas fue generalmente baja o muy baja para la mayoría de los desenlaces incluidos en esta revisión. Algunos estudios tenían un diseño que redujo la fiabilidad de sus resultados, pero también había importantes diferencias entre los resultados de los distintos estudios y mucha incertidumbre en cuanto al verdadero efecto de los tratamientos con ejercicios.

¿Cuál es el grado de actualización de esta evidencia?

Esta revisión Cochrane está actualizada hasta mayo de 2021.

Conclusiones de los autores: 

El ejercicio podría suponer una pequeña diferencia en cuanto a la autonomía en las actividades cotidianas o la calidad de vida, pero probablemente no provoque más caídas en los pacientes de edad avanzada con ingreso médico. Se desconoce el efecto del ejercicio sobre la movilidad funcional, la incidencia del síndrome confusional y el empeoramiento físico. La certeza de la evidencia estuvo limitada por el riesgo de sesgo y la inconsistencia. Los futuros estudios primarios sobre el efecto del ejercicio en la hospitalización aguda podrían centrarse en informar de manera más consistente y homogénea sobre las características de los participantes, incluyendo su nivel de capacidad funcional al inicio del estudio, así como la dosis de ejercicio, la intensidad y la adherencia, lo cual proporcionaría una idea de las razones de las inconsistencias observadas en los resultados.

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Antecedentes: 

Aproximadamente, el 30% de los adultos mayores hospitalizados experimenta un deterioro funcional asociado a la hospitalización. Las intervenciones de ejercicio que promueven la actividad intrahospitalaria podrían prevenir la pérdida de condición física y, por tanto, mantener la forma física durante la hospitalización. Esta es una actualización de una revisión Cochrane publicada por primera vez en 2007.

Objetivos: 

Evaluar los efectos beneficiosos y perjudiciales de las intervenciones de ejercicios para los pacientes mayores con ingreso médico hospitalizados agudos sobre la capacidad funcional, la calidad de vida (CdV), la evaluación global del éxito de los participantes y los eventos adversos en comparación con la atención habitual o una intervención de control simulada.

Métodos de búsqueda: 

Se utilizaron los métodos exhaustivos estándares de búsqueda de Cochrane. La última fecha de búsqueda fue en mayo de 2021.

Criterios de selección: 

Se incluyeron ensayos controlados aleatorizados o cuasialeatorizados que evaluaron una intervención de ejercicios en el hospital en personas de 65 años o más ingresadas por una afección física general. Se excluyeron aquellas personas ingresadas por razones programadas o quirúrgicas.

Obtención y análisis de los datos: 

Se utilizaron los métodos estándar de Cochrane. Los principales desenlaces fueron: 1. autonomía en las actividades cotidianas; 2. movilidad funcional; 3. nueva incidencia de síndrome confusional durante la hospitalización; 4. CdV; 5. número de caídas durante la hospitalización; 6. empeoramiento físico durante la hospitalización y 7. evaluación global del éxito de los participantes. Los desenlaces menores fueron: 8. mortalidad durante la hospitalización; 9. lesiones musculoesqueléticas durante la hospitalización; 10. duración de la estancia hospitalaria; 11. nuevo internamiento al alta hospitalaria; 12. reingreso hospitalario y 13. ejecución de la marcha. Se utilizó el método GRADE para evaluar la certeza de la evidencia de cada desenlace principal.

Se clasificaron las intervenciones de ejercicio como: actividades relacionadas con la rehabilitación (intervenciones diseñadas para aumentar la actividad física o la recuperación funcional, pero que no seguían un protocolo específico de ejercicio); ejercicio estructurado (intervenciones que incluían un protocolo de intervención de ejercicios pero no incluían el entrenamiento progresivo de la resistencia); y ejercicio progresivo de la resistencia (intervenciones que incluían un elemento de entrenamiento progresivo de la resistencia).

Resultados principales: 

Se incluyeron 24 estudios (nueve intervenciones de actividades relacionadas con la rehabilitación, seis intervenciones de ejercicios estructurados y nueve intervenciones de ejercicios progresivos de resistencia) con 7511 participantes. Todos los estudios compararon las intervenciones de ejercicios con la atención habitual. Dos estudios, además de la atención habitual, utilizaron intervenciones simuladas. La media de edad varió entre los 73 y los 88 años, y el 58% de los participantes fueron mujeres.

Varios estudios tuvieron alto riesgo de sesgo. El dominio más frecuente evaluado con alto riesgo de sesgo fue la medición del desenlace, y cinco estudios (21%) tuvieron un alto riesgo de sesgo derivado del proceso de aleatorización.

El ejercicio podría no tener un efecto clínicamente importante sobre la autonomía en las actividades cotidianas al alta hospitalaria en comparación con los controles (16 estudios, 5174 participantes; evidencia de certeza baja). Cinco estudios utilizaron el índice de Barthel (escala: 0 a 100, las puntuaciones más altas representan una mayor autonomía). Las puntuaciones medias al alta en los grupos de control variaron entre 42 y 96 puntos, y la autonomía en el desempeño de actividades cotidianas fue 1,8 puntos mejor (de 0,43 peor a 4,12 mejor) con el ejercicio en comparación con los controles. Se calculó que la diferencia mínima clínicamente importante (DMCI) fue de 11 puntos.

No se sabe con certeza el efecto del ejercicio sobre la movilidad funcional al alta hospitalaria en comparación con los controles (ocho estudios, 2369 participantes; evidencia de certeza muy baja). Tres estudios utilizaron una batería corta de rendimiento físico (Short Physical Performance Battery; SPPB) (escala: 0 a 12, las puntuaciones más altas representan una mejor actividad) para medir la movilidad funcional. Las puntuaciones medias al alta en los grupos de control oscilaron entre 3,7 y 4,9 puntos en la SPPB, y el efecto estimado de las intervenciones de ejercicio fue 0,78 puntos mejor (0,02 peor a 1,57 mejor). Un cambio de un punto en el SPPB representa una DMCI.

Se desconoce el efecto del ejercicio sobre la incidencia de síndrome confusional durante la hospitalización en comparación con los controles (siete ensayos, 2088 participantes; evidencia de certeza muy baja). La incidencia del síndrome confusional durante la hospitalización fue de 88/1091 (81 por cada 1000) en el grupo control en comparación con 70/997 (73 por cada 1000; rango de 47 a 114) en el grupo de ejercicio (RR 0,90; IC del 95%: 0,58 a 1,41).

Las intervenciones de ejercicios podrían dar lugar a una pequeña mejora clínicamente insignificante en la CdV al alta en comparación con los controles (cuatro estudios, 875 participantes; evidencia de certeza baja). La media de la calidad de vida en la escala visual analógica (EVA) del EuroQol 5 Dimensions (EQ-5D) (escala: 0 a 100, las puntuaciones más altas representan una mejor calidad de vida) varió entre 48,9 y 64,7 en el grupo control al alta hospitalaria, y la calidad de vida fue 6,04 puntos mejor (0,9 mejor a 11,18 mejor) con el ejercicio. Un cambio de 10 puntos en la EVA EQ-5D representa una DMCI.

Ningún estudio midió la evaluación global del éxito de los participantes.

Las intervenciones de ejercicio no afectaron al riesgo de caídas durante la hospitalización (evidencia de certeza moderada). La incidencia del síndrome confusional durante la hospitalización fue de 31/899 (34 por cada 1000) en el grupo control en comparación con 31/888 (34 por cada 1000; rango de 20 a 57) en el grupo de ejercicio (RR 0,99; IC del 95%: 0,59 a 1,65).

No hay certeza del efecto del ejercicio sobre la incidencia del empeoramiento físico durante la hospitalización (evidencia de certeza muy baja). La incidencia de empeoramiento físico en el grupo control fue de 101/1417 (71 por cada 1000) en comparación con 96/1313 (73 por cada 1000; rango de 44 a 120) en el grupo de ejercicio (RR 1,02; IC del 95%: 0,62 a 1,68).

Los análisis de subgrupos por diferentes categorías de intervención y por el uso de una intervención simulada no fueron significativamente distintos de los análisis principales.

Notas de traducción: 

La traducción de las revisiones Cochrane ha sido realizada bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.

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