En los últimos 25 años se han publicado cientos de revisiones relevantes para el diagnóstico y el tratamiento de un amplio abanico de cánceres, incluido el de ovario. En una nueva revisión de julio de 2022 se examinó la evidencia sobre el uso de varias pruebas para detectarlo.
Este podcast ha sido traducido por Andrea Cervera y locutado por Josefina Bendersky del Centro Cochrane Iberoamericano
En los últimos 25 años se han publicado cientos de revisiones relevantes para el diagnóstico y el tratamiento de un amplio abanico de cánceres, incluido el de ovario. En una nueva revisión de julio de 2022 se examinó la evidencia sobre el uso de varias pruebas para detectarlo.
Este podcast ha sido traducido por Andrea Cervera y locutado por Josefina Bendersky del Centro Cochrane Iberoamericano.
Los síntomas del cáncer ovárico son inespecíficos y se asemejan a los de enfermedades menos graves. Esto dificulta su diagnóstico y muchas mujeres con la enfermedad mueren porque ya se ha extendido cuando reciben el diagnóstico.
Este hecho hace que cobre especial importancia la exactitud de las pruebas. Si el cáncer ovárico de una mujer no es detectado en una prueba, lo que se conoce como un falso negativo, podría dar lugar a una intervención quirúrgica más extensa cuando se diagnostica por fin en una fecha posterior y podría reducir las opciones de supervivencia de la paciente. Por otro lado, si una prueba detecta un cáncer ovárico cuando este no está presente, es decir, un falso positivo, podría dar lugar a ansiedad y pruebas y operaciones innecesarias. Por ello, para evitar estos errores, se puede emplear una combinación de pruebas y en esta revisión se comparó la exactitud de cuatro combinaciones diferentes y se encontraron importantes diferencias entre ellas.
Las cuatro pruebas observadas fueron el Risk of Malignancy Index (o RMI) que combina la ecografía y el análisis de sangre de CA125; el Risk of Ovarian Malignancy Algorithm (o ROMA), que combina los análisis de sangre de CA125 y HE4; el IOTA Logistic Regression model 2 (o LR2), que emplea la ecografía; y el modelo Assessment of Different NEoplasias in the adneXa (o ADNEX), que combina el análisis de sangre de CA125 y la ecografía.
Se incluyeron 59 estudios en la revisión, con un total de algo más de 32 000 mujeres, de las cuales unas 9500 fueron finalmente diagnosticadas de cáncer ovárico. Uno de los resultados clave fue que la cifra de errores falsos positivos y falsos negativos varió significativamente en función de si la mujer era pre o posmenopáusica. Lo cual destaca la importancia de separarlas en los resultados.
Se observó que el RMI fue la prueba que dio lugar al mayor número de diagnósticos de cáncer ovárico no detectados tanto en mujeres premenopáusicas como posmenopáusicas. Por ejemplo, en un grupo de 100 mujeres premenopáusicas con cáncer ovárico, el RMI no detectaría 21 cánceres, mientras que el ROMA pasaría por alto 18, el LR2, 11 y el ADNE, 6. En 100 mujeres posmenopáusicas con cáncer ovárico, el RMI no detectaría 15 cánceres, el LR2 o el ROMA, 9 y el ADNEX, 7.
Estos hallazgos indican que el ROMA, el ADNEX o el LR2 pasarían por alto bastante menos cánceres que el RMI y, de acuerdo con esto, deben considerarse sustitutos del RMI en ambos tipos de mujeres. Sin embargo, la elección entre cuál de estos tres utilizar dependerá de los recursos disponibles en los distintos sistemas de salud. Por ejemplo, el ADNEX y el LR2 precisan de ecografistas especializados, mientras que el ROMA solo precisa de un análisis de sangre.
Finalmente, considerando los hallazgos, cabe destacar que la mayoría de estudios incluidos se realizaron en Europa en un ámbito hospitalario especializado y se deberían hacer más estudios para establecer si la exactitud de estas pruebas es similar en mujeres que acuden a atención comunitaria.
Si desea leer más sobre estas pruebas y los estudios que las evalúan y estar al tanto de futuras actualizaciones, puede encontrar la revisión completa en la Biblioteca Cochrane buscando 'pruebas para cáncer ovárico'.