Precauciones con el agua para la prevención de la infección en niños con tubos de ventilación (drenajes timpánicos)

Pregunta de la revisión

¿Hay pruebas que muestren que mantener los oídos secos luego de la inserción del tubo de ventilación (drenaje timpánico) ayuda a prevenir problemas como las infecciones?

Antecedentes

Los tubos de ventilación se usan para tratar la pérdida de audición debido a la otitis media adhesiva, o para tratar las infecciones recurrentes del oído. La mayoría de los cirujanos están de acuerdo en que los oídos de los niños deben mantenerse secos durante unas pocas semanas después de la cirugía, aunque no todos están de acuerdo en si los oídos deben mantenerse secos de forma posterior. Algunos cirujanos permiten que los niños naden y se bañen sin protección para el oído, mientras que otros recomiendan que los oídos se mantengan secos mientras los tubos están insertados.

Características de los estudios

Se incluyeron dos estudios con un total de 413 pacientes. Un estudio consideró a 201 niños de entre seis meses y seis años de edad con tubos de ventilación insertados para tratar la otitis media adhesiva o las infecciones recurrentes. Los niños se dividieron en dos grupos: a un grupo se le permitió nadar y bañarse libremente, el otro grupo recibió instrucciones sobre el uso de tapones para el oído al nadar o al bañarse. Otro estudio consideró a 212 niños de entre tres meses y 12 años con tubos de ventilación insertados (no puede precisarse el objetivo). Estos niños se dividieron en dos grupos: a un grupo se le permitió nadar y bañarse libremente, al otro grupo se le proporcionaron instrucciones de no nadar y de evitar sumergir la cabeza bajo el agua al bañarse.

El seguimiento de los niños de ambos estudios se realizó durante alrededor de un año para observar cuántas infecciones del oído presentaban y si había otros problemas. No existen motivos para preocuparse acerca de quién financió estos estudios.

Resultados clave

El resultado principal que se buscó fue el efecto de mantener oídos secos sobre las infecciones del oído, específicamente la secreción ótica. Un estudio reveló que hubo una reducción pequeña en la probabilidad de contraer una infección del oído en los niños que protegieron sus oídos del agua con tapones para el oído al nadar o bañarse. El efecto del uso de tapones para el oído fue la reducción del número de infecciones que un niño tendría cada año (en promedio) de 1,2 a 0,84. Se cree que los resultados de este estudio son muy confiables.

Otro estudio reveló que no hubo diferencias en la probabilidad de que los niños contraigan infecciones del oído cuando se les aconsejó que evitaran nadar y sumergir la cabeza bajo el agua, o cuando no tomaron ninguna precaución en absoluto. No existe seguridad en cuanto a si los resultados de este estudio son fiables.

Ningún estudio reveló otras diferencias importantes entre los niños que se mojaron los oídos y los que los mantuvieron secos. No hubo ningún efecto en el tiempo que los tubos permanecieron implantados ni en la audición (Aunque estos resultados sólo se midieron en un estudio). No se informaron efectos perjudiciales en ningún participante en ninguno de los estudios.

Las pruebas están actualizadas hasta septiembre 2015.

Calidad de la evidencia

La calidad de las pruebas sobre el uso de tapones para el oído se consideró baja, lo cual significa que "es muy probable que la investigación adicional tenga una marcada repercusión sobre la confianza en el cálculo del efecto y probablemente cambie el cálculo".

La calidad de las pruebas en relación con la posibilidad de evitar el agua se consideró muy baja ("existe mucha inseguridad acerca del cálculo").

Conclusión

La diferencia que logra el uso de tapones para el oído parece ser muy pequeña y un niño tendría que usarlos en promedio durante casi tres años para prevenir una infección que resulte en secreción ótica.

Puede ser que el hecho de aconsejar a los niños que eviten nadar y sumergir la cabeza debajo del agua no logre ninguna diferencia en cuanto al desarrollo de infecciones del oído, aunque estos datos son muy inciertos. Por lo tanto, las guías de expertos actuales para los médicos no recomiendan el uso sistemático de precauciones con el agua debido a que el beneficio clínico limitado es superado por el costo asociado, la incomodidad y la ansiedad.

Podrían realizarse estudios futuros de alta calidad aunque se cree que pueden no ser necesarios. No puede precisarse si más ensayos en esta área cambiarían los resultados de esta revisión o tendrían una repercusión sobre la práctica. Cualquier investigación futura de alta calidad debe centrarse en la determinación de si hay grupos particulares de niños que se beneficien más con las precauciones con el agua que otros, así como en el desarrollo de guías clínicas y su implementación.

Conclusiones de los autores: 

La tasa inicial de otorrea causada por el tubo de ventilación y la morbilidad asociada con la misma es generalmente baja y, por lo tanto, la eficacia, los costos y las cargas de cualquier intervención dirigida a reducir esta tasa deben considerarse previamente de forma cuidadosa.

Aunque hay algunas pruebas que sugieren que el uso de tapones para el oído reduce la tasa de otorrea en los niños con tubos de ventilación, los médicos y los padres deben comprender que la reducción absoluta del número de episodios de otorrea parece ser muy pequeña y es poco probable que sea clínicamente significativa. Sobre la base de los datos disponibles, en promedio un niño tendría que usar tapones para el oído durante 2,8 años para prevenir un episodio de otorrea.

Algunas pruebas indican que la recomendación de que los niños eviten nadar o la inmersión de la cabeza durante el baño no afectan las tasas de otorrea, aunque no hay datos de buena calidad en esta área. Por lo tanto, actualmente las guías de consenso no recomiendan el uso sistemático de las precauciones con el agua sobre la base de que el beneficio clínico limitado es superado por el costo asociado, la incomodidad y la ansiedad.

Podrían realizarse estudios futuros de alta calidad aunque se cree que pueden no ser necesarios. No puede precisarse si más ensayos adicionales en esta área cambiarían los resultados de esta revisión o tendrían una repercusión sobre la práctica. Cualquier investigación futura de alta calidad debe centrarse en la determinación de si hay grupos particulares de niños que se beneficien más con las precauciones con el agua que otros, así como en el desarrollo de guías clínicas y su implementación.

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Antecedentes: 

Después de la inserción de un tubo de ventilación en el oído medio (tubo de timpanotomía o drenaje timpánico), la mayoría de los cirujanos aconsejan que el oído del niño debe mantenerse seco durante el período posoperatorio inmediato. Después del período inicial algunos cirujanos permiten nadar o bañarse, mientras que otros cirujanos recomiendan continuar con las precauciones con el agua. Se ha realizado un gran número de estudios para explorar la asociación entre la exposición al agua y las infecciones del oído en los niños con tubos de ventilación. Sin embargo, existe un rango de conclusiones diferentes con respecto a la necesidad de precauciones con el agua y hay gran variación en la práctica clínica.

Objetivos: 

Evaluar la efectividad de las precauciones con el agua para la prevención de las infecciones del oído en los niños con tubos de ventilación (drenajes timpánicos), en cualquier momento mientras los tubos están insertados.

Métodos de búsqueda: 

El Coordinador de Búsqueda de Ensayos Cochrane de Enfermedades de Oído, Nariz y Garganta (Cochrane ENT Trials Search Co-ordinator ) buscó en el Registro de Ensayos de Enfermedades de Oído, Nariz y Garganta (ENT Trials Register); Registro Central de Ensayos Controlados (Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL 2015, número 8); PubMed; EMBASE; CINAHL; Web of Science; Clinicaltrials.gov; ICTRP y fuentes adicionales de ensayos publicados y no publicados. La fecha de la búsqueda fue 1 septiembre 2015.

Criterios de selección: 

Ensayos controlados aleatorios que seleccionaron a niños (0 a 17 años) con tubos de ventilación y que evaluaban el efecto de las precauciones con el agua mientras los tubos están insertados. Se consideraron todas las formas de precauciones con el agua, incluida la conductual (es decir posibilidad de evitar la natación/baño o su restricción) y la mecánica (tapones para el oído o gorros/bandas).

Obtención y análisis de los datos: 

Se utilizaron los procedimientos metodológicos estándar previstos por la Colaboración Cochrane. Las medidas de resultado primarias fueron los episodios de otorrea y los efectos adversos; los resultados secundarios fueron: las prescripciones de antimicrobianos para las infecciones del oído, la extrusión del tubo de ventilación, la intervención quirúrgica para retirar los tubos de ventilación y los resultados de la audición.

Resultados principales: 

Dos ensayos controlados aleatorios que reclutaron un total de 413 pacientes cumplieron los criterios de inclusión de la revisión; Un estudio presentaba un bajo riesgo de sesgo y el otro estudio, un alto riesgo de sesgo.

Tapones para el oído versus control

Un estudio incluyó a 201 niños (de seis meses a seis años de edad) sometidos a miringotomía y a la inserción de tubos de ventilación. El estudio comparó a un grupo de intervención, que recibió instrucciones de nadar y bañarse con tapones para el oído, con un grupo de control; el seguimiento de los participantes se realizó a intervalos de un mes durante un año. Este estudio, en bajo riesgo de sesgo, mostró que el uso de tapones para el oído da lugar a una reducción pequeña aunque estadísticamente significativa en la tasa de otorrea de 1,2 episodios a 0,84 episodios en el año de seguimiento (diferencia de medias [DM] -0,36 episodios por año, intervalo de confianza [IC] del 95%: -0,45 a -0,27). No hubo diferencias significativas en la extrusión del tubo de ventilación o en los resultados de la audición entre los dos brazos de estudio. Ningún niño requirió intervención quirúrgica para retirar los tubos de ventilación y no se informaron eventos adversos.

Posibilidad de evitar el agua versus control

Otro estudio incluyó a 212 niños (de tres meses a 12 años de edad) sometidos a miringotomía y a la inserción de tubos de ventilación. El estudio comparó a un grupo de intervención que recibió instrucciones de no nadar ni sumergir las cabezas durante el baño con un grupo de control; el seguimiento de los participantes se realizó a intervalos de tres meses durante un año. Este estudio, en alto riesgo de sesgo, no reveló pruebas de una reducción o aumento en la tasa de otorrea (1,17 episodios por año en ambos grupos; DM 0 episodios; IC del 95%: -0,14 a 0,14). No se informaron otros resultados para este estudio y no se informaron eventos adversos.

Calidad de la evidencia

La calidad general (GRADE) del grupo de pruebas sobre el efecto de los tapones para el oído en la tasa de otorrea y el efecto de evitar el agua en la tasa de otorrea es baja y muy baja respectivamente.

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