Antecedentes
Durante los últimos decenios, la evidencia de la investigación ha apoyado una gama amplia de terapias e intervenciones para la salud mental. Lo anterior incluye pruebas de investigación sobre la efectividad de los tratamientos farmacológicos (como los antipsicóticos) y las terapias psicológicas (como terapia cognitivo-conductual, terapia familiar y psicoeducación). Sin embargo, las pruebas de investigación no se traducen fácilmente en la práctica y el trabajo diario de los servicios de asistencia sanitaria. Existe una brecha enorme entre la producción de las pruebas de investigación (lo que se sabe) y la adopción de las mismas en el ámbito de la asistencia sanitaria (lo que se hace). Puede lograrse una mejor adopción de las pruebas de investigación al aumentar la concienciación de que existen tales pruebas.
Un método de mejor adopción alentador es el uso de guías de tratamiento sobre la base de evaluaciones de las pruebas de investigación. Actualmente, las guías de tratamiento se utilizan comúnmente en el ámbito de la asistencia sanitaria e incluyen a los profesionales que brindan tratamiento para la esquizofrenia. Sin embargo, está poco claro si las guías de tratamiento tienen una repercusión positiva en la implementación de los servicios sanitarios mentales o si mejoran los resultados para los pacientes (como mejor calidad de vida, mejor estado mental, empleo y menos ingresos a hospital).
Búsquedas
Esta revisión se basa en una búsqueda realizada por el especialista en información del Grupo Cochrane de Esquizofrenia (Cochrane Schizophrenia Group) en marzo 2012 y actualizada en agosto de 2015.
Características de los estudios
La revisión incluye seis estudios que examinan la efectividad de las estrategias de implementación de guías para mejorar los servicios de asistencia sanitaria y los resultados para los pacientes con enfermedades mentales comparadas con la atención habitual.
Resultados
Aunque los estudios individuales aportaron pruebas iniciales de que la implementación de guías de tratamiento puede lograr cambios pequeños en la práctica de salud mental, la mayoría de resultados no mostraron efecto alguno.
Conclusions
Con tal número pequeño de estudios, y con todos los resultados principales calificados por los revisores como pruebas de muy baja calidad, no fue posible llegar a conclusiones concretas y definitivas. Continúa existiendo una laguna de conocimiento acerca de cómo la implementación de estrategias podría mejorar los resultados de los pacientes y los servicios sanitarios. Lo anterior deja poca información para los pacientes con problemas de salud mental, los profesionales de la salud y los elaboradores de políticas. Se necesitan más estudios a gran escala, bien diseñados y bien realizados para llenar este vacío en el conocimiento.
Este resumen en términos sencillos ha sido redactado por el consumidor, Ben Gray: Usuario de Servicios y Experto Usuario de Servicios, Rethink Mental Illness.
Considerando la evidencia disponible, no es posible establecer conclusiones definitivas. El modelo preliminar de pruebas indica que la incertidumbre permanece acerca de los efectos clínicamente significativos y sostenibles de las guías de tratamiento para los resultados de los pacientes y en cuanto a cuán bien implementar tales guías para el máximo beneficio.
Existe una brecha enorme entre la producción de evidencia y la implementación de las mismas en el ámbito de la práctica clínica. Para llenar esta brecha, las guías de tratamiento, basadas en las evaluaciones explícitas de la base de pruebas, son utilizadas comúnmente en varios campos de la psiquiatría, incluida la esquizofrenia y los trastornos psicóticos relacionados. Sin embargo, sigue sin poder precisarse si las guías de tratamiento tienen repercusión material en el rendimiento del profesional y en los resultados de los pacientes, y cómo debe realizarse la implementación para maximizar beneficios.
El objetivo primario de esta revisión fue examinar la eficacia de las estrategias de implementación de las guías para mejorar los resultados del proceso (rendimiento de los prestadores de servicios de salud) y los resultados de los pacientes. Además, se exploró qué componentes de las diferentes estrategias de implementación de las guías podrían influir en ellos.
Se hicieron búsquedas en el registro del Grupo Cochrane de Esquizofrenia (Cochrane Schizophrenia Group) (marzo 2012 y agosto de 2015), así como en las referencias de los estudios incluidos.
Estudios que examinaron el espectro de los trastornos de la esquizofrenia para comparar las estrategias de implementación de las guías con la atención habitual o para evaluar la eficacia comparativa de diferentes estrategias de implementación de las guías.
Los revisores trabajaron de forma independiente y por duplicado para evaluar críticamente los registros a partir de 990 estudios;seis estudios individuales cumplieron los criterios de inclusión. En los seis estudios incluidos, se halló una heterogeneidad significativa en cuanto al enfoque de la guía, el objetivo de la intervención, la estrategia de implementación y las medidas de resultado, por lo que el metanálisis se realizó sólo para la coprescripción antipsicótica.
Esta revisión incluye ahora seis estudios con un total de 1727 participantes. De los seis estudios incluidos, la repercusión de los profesionales se evaluó en cuatro. En general, el riesgo de sesgo fue bajo o poco claro, y todas las pruebas de la tabla “Resumen de los hallazgos” fueron calificadas por los revisores como de baja o muy baja calidad. El metanálisis reveló que una combinación de varias estrategias de implementación y difusión de las guías dirigidas a los profesionales de la salud no redujo la coprescripción antipsicótica en los pacientes ambulatorios con esquizofrenia (dos ECA, n = 1082, CR 1,10; IC 0,99 a 1,23; corregido para un diseño grupal: (n = 310; CR 0,97 IC 0,75 a 1,25; evidencia de calidad muy baja calidad). Un ensayo, que estudió una intervención realizada por un profesional de enfermería, y promovió el método de detección de enfermedades cardiovasculares, encontró un efecto considerable en la proporción de pacientes cribados (puntuación de Framingham: n = 110, CR 0,69; IC del 95%: 0,55 a 0,87), aunque en el análisis corregido para el diseño grupal, el efecto no fue estadísticamente significativo (n = 38, CR 0,71; IC del 95%: 0,48 a 1,03; evidencia de calidad muy baja).
Un ensayo informó los resultados de los pacientes sobre el estado global, la satisfacción con la atención, el cumplimiento del tratamiento y el uso del fármaco; no se observó ningún efecto entre los tratamientos. Ninguno de los estudios informó la calidad de vida.
Un ensayo, que estudió el uso del texto de las guías reescrito comparado con el texto original, no encontró un efecto significativo sobre el personal que recibía la formación (N = 68; CR 1,03; IC del 95%: 0,87 a 1,21; evidencia de baja calidad), el personal que recibía supervisión (N = 68; CR 0,86; IC del 95%: 0,64 a 1,17; evidencia de baja calidad) ni sobre el personal que proporcionaba intervenciones psicológicas (N = 68; CR 0,86; IC del 95%: 0,62 a 1,18; evidencia de baja calidad).
En cuanto a los resultados de los participantes, solo un ensayo evaluó la eficacia de una estrategia de implementación de toma de decisiones compartida, y no encontró ninguna repercusión en la psicopatología, la satisfacción con la atención ni el uso del fármaco. Otro único ensayo estudió una intervención multifacética para promover el cumplimiento con la medicación y no encontró ningún efecto en las tasas de cumplimiento.
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