Maneras de estimular a los trabajadores a que usen el equipo de protección para impedir que respiren sustancias nocivas

En muchos lugares de trabajo, es frecuente que el aire ambiental contenga sustancias que son nocivas para la salud. Éstas pueden incluir bacterias y virus, diversos gases y humo, y polvo y partículas como el asbesto o fibras. Según qué y cuánto se inhala, las consecuencias para la salud pueden variar de leves a potencialmente mortales. Estas consecuencias varían desde sensación de irritación a enfermedad a corto y largo plazo, incluido el cáncer. En muchos ámbitos laborales, el equipo de protección respiratoria (EPR) se usa para impedir que los trabajadores inhalen las sustancias nocivas. Se han introducido diversas maneras para enseñarles a los trabajadores cómo usar el EPR de una manera efectiva. Sin embargo, no está claro cuán bien funcionan. Por lo tanto, se pretendió determinar si hay intervenciones que pueden alentar a los trabajadores al uso correcto o más frecuente del EPR.

Estudios encontrados
Se buscaron estudios de investigación relevantes hasta el 20 de agosto de 2016. Se encontraron 14 estudios que analizaron la efectividad de las intervenciones conductuales para promover el uso de un EPR. También se localizó un estudio en curso. Los estudios se habían realizado con 2052 trabajadores de los sectores agrícola, de asistencia sanitaria, productivo, administrativo y carbonífero, así como estudiantes de enfermería y personas con ocupaciones mixtas. No se encontraron estudios en que los investigadores hubieran realizado y evaluado una intervención en el nivel de una organización en su conjunto.

Lo que dice la investigación
Todos los estudios incluidos compararon diferentes intervenciones de educación y entrenamiento para alentar a los trabajadores a usar el EPR de manera correcta o más a menudo. Se encontraron pruebas de muy baja calidad de que las intervenciones conductuales, como la educación y el entrenamiento, no aumentan el número de trabajadores que usan un EPR ni que lo usan correctamente.

Qué conclusión puede establecerse
Se concluye que hay pruebas de baja a muy baja calidad de que las intervenciones conductuales no alientan a los trabajadores al uso correcto o más frecuente del EPR. Es probable que las conclusiones cambien cuando se publiquen nuevos estudios. Se necesita mejorar los estudios de calidad que consideran la efectividad de diferentes tipos de intervenciones. Estas intervenciones deben orientarse tanto a los individuos como las organizaciones, para mejorar el uso efectivo del EPR. Además, los estudios adicionales deben considerar algunas de las barreras al uso con éxito del EPR, como la experiencia del riesgo para la salud, los tipos de EPR y la actitud del empleador con respecto al uso del EPR.

Conclusiones de los autores: 

Hay pruebas de calidad muy baja de que las intervenciones conductuales (educación y entrenamiento), no tienen un considerable efecto sobre la frecuencia ni la corrección del uso de un EPR por los trabajadores. No hubo estudios sobre incentivos ni las intervenciones en el nivel de las organizaciones. Los estudios incluidos tenían limitaciones metodológicas, y por lo tanto se necesitan ECA de mayor tamaño, con metodología más clara en cuanto a la generación de la secuencia de asignación, la ocultación de la asignación y el el cegamiento de los evaluadores, para valorar la efectividad de las intervenciones conductuales y así mejorar el uso de los EPR tanto en el nivel organizacional como individual. Además, los estudios adicionales deben considerar algunas de las barreras al uso con éxito del EPR, como la experiencia del riesgo para la salud, los tipos de EPR y la actitud del empleador con respecto al uso del EPR.

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Antecedentes: 

Los riesgos respiratorios son frecuentes en los lugares de trabajo. Según el riesgo y la exposición, las consecuencias para la salud pueden incluir: enfermedades leves a potencialmente mortales de agentes infecciosos, efectos agudos que van desde la irritación respiratoria a afecciones pulmonares crónicas, o aun el cáncer por exposición a productos químicos o toxinas. El uso de un equipo de protección respiratoria (EPR) es una medida preventiva importante en muchos lugares de trabajo. El EPR sólo ofrece protección cuando se lo utiliza adecuadamente, cuando se lo retira con seguridad y cuando es reemplazado o mantenido de modo regular. La efectividad de las intervenciones conductuales dirigidas a los empleadores, las organizaciones o los trabajadores individuales para promover el uso de un EPR en los trabajadores sigue siendo una pregunta importante sin respuesta.

Objetivos: 

Evaluar los efectos de las intervenciones conductuales dirigidas a las organizaciones o a los trabajadores individuales en el uso de un EPR observados o informados por los trabajadores comparadas con ninguna intervención o una intervención alternativa.

Métodos de búsqueda: 

Se hicieron búsquedas en el registro especializado del Grupo Cochrane de Seguridad y Salud Laboral (Cochrane Work Group Specialised Register), Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL 2016, número 7), MEDLINE (1980 hasta 12 agosto 2016), EMBASE (1980 hasta 20 agosto 2016) y en CINAHL (1980 hasta 12 agosto 2016).

Criterios de selección: 

Se incluyeron ensayos controlados aleatorios (ECA), controlados del tipo antes y después (ECAD) y estudios de series de tiempo interrumpido (STI) que compararon las intervenciones conductuales versus ninguna intervención u otra intervención conductual para promover el uso de un EPR en los trabajadores.

Obtención y análisis de los datos: 

Cuatro autores de la revisión, de forma independiente, seleccionaron los estudios relevantes de forma independiente, evaluaron el riesgo de sesgo y extrajeron los datos. Se contactó con los investigadores para aclarar la información. Se agruparon los datos de resultados de los estudios incluidos cuando los estudios eran lo suficientemente similares.

Resultados principales: 

Se incluyeron 14 estudios que evaluaron el efecto del entrenamiento y la educación en el uso de un EPR, y participaron 2052 individuos. Los estudios incluidos se habían realizado con trabajadores de los sectores agrícola, de asistencia sanitaria, productivo, administrativo y carbonífero, así como estudiantes de enfermería y personas con ocupaciones mixtas. Todos los estudios incluidos informaron los efectos de las intervenciones como uso del EPR, uso correcto del EPR o como medidas indirectas del uso del EPR. No se encontró ningún estudio en que la intervención se administrara y evaluara en el nivel de la organización en su conjunto ni en que el foco de interés principal fuesen los incentivos positivos o negativos. Se calificó la calidad de las pruebas para todas las comparaciones como baja a muy baja.

Entrenamiento versus ningún entrenamiento

Un ECDA en trabajadores de la asistencia sanitaria comparó el entrenamiento con y sin una prueba de ajuste a ninguna intervención. El estudio halló que la tasa de equipos de respiradores ajustados no fue considerablemente diferente en los trabajadores que habían recibido entrenamiento con una prueba de ajuste (CR 1,17; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,97 a 1,10) o entrenamiento sin una prueba de ajuste (CR 1,16; IC del 95%: 0,95 a 1,42) en comparación con los que no tuvieron ningún entrenamiento. Dos ECA que evaluaron el entrenamiento no aportaron datos a los análisis debido a la ausencia de datos.

Entrenamiento convencional más complementos versus entrenamiento convencional solo

Un ensayo aleatorio en grupos comparó el entrenamiento convencional más la demostración del EPR versus el entrenamiento solo y no informó ninguna diferencia significativa en el uso apropiado del EPR entre los dos grupos (CR 1,41; IC del 95%: 0,96 a 2,07).

Un ECA comparó el entrenamiento interactivo con entrenamiento pasivo, con una pantalla de información y un libro con información. La puntuación de rendimiento del EPR media para el grupo activo no fue diferente del grupo pasivo (DM 2,10; IC del 95%: -0,76 a 4,96). Sin embargo, el grupo activo obtuvo puntuaciones significativamente mayores que el grupo del libro (DM 4,20; IC del 95%: 0,89 a 7,51) y el grupo de la pantalla (DM 7,00; IC del 95%: 4,06 a 9,94).

Un ECA comparó el entrenamiento de simulación con computadora con el entrenamiento del equipo de protección personal (EPP) convencional pero informó solo los resultados en cuanto a colocarse y sacarse el EPP.

Educación versus no educación

Un ECA halló que una intervención educativa multifacética aumentó el uso del EPR (cociente de riesgos [CR] 1,69; IC del 95%: 1,10 a 2,58) en el seguimiento de tres años comparado con ninguna intervención. Sin embargo, no hubo diferencias entre la intervención y el control en el seguimiento de un año, dos años o cuatro años. Dos ECA no informaron suficientes datos para ser incluidos en el análisis.

Cuatro ECAD evaluaron la efectividad de las intervenciones educativas y no encontraron ningún efecto sobre la frecuencia ni la corrección del uso de un EPR, excepto en un estudio sobre el uso de una máscara N95 (CR 4,56; IC del 95%: 1,84 a 11,33; 1 ECAD) en trabajadores.

Entrevistas motivacionales versus conferencias tradicionales

Un estudio de CBA halló que los participantes que recibieron la educación en seguridad basada en un grupo motivacional obtuvo una puntuación mayor en una lista de verificación que medía el uso de EPP (DM 2,95; IC del 95%: 1,93 a 3,97) en comparación con los trabajadores de control que recibieron sesiones educativas tradicionales.

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