Fármacos para la hipertensión en niños

La hipertensión (presión arterial elevada) aumenta el riesgo de cardiopatía, accidente cerebrovascular e insuficiencia renal. La prevalencia de la hipertensión en los niños está aumentando. Una proporción significativa de niños con hipertensión requiere medicación para reducir la presión arterial y el uso de fármacos aumentó significativamente durante los últimos años.

Esta revisión sistemática incluyó 21 ensayos con 3454 niños y evaluó diferentes fármacos para disminuir la presión arterial en niños con hipertensión. Estas pruebas se actualizaron a octubre de 2013. La mayoría de los ensayos fueron de duración muy corta con un promedio de siete semanas. Los estudios fueron de calidad variable y en su mayoría financiados por la industria. No todos los estudios compararon el efecto de la medicación en la disminución de la presión arterial con un placebo. Sólo se evaluaron unas pocas clases de fármacos comúnmente prescritos, y la mayoría tuvo un efecto moderado en la presión arterial, pero no se sabe si estos datos mejoran los resultados a largo plazo para los niños. Las dosis mayores de la medicación no dieron lugar a una mayor reducción de la presión arterial. Todos los fármacos estudiados eran seguros para su uso, al menos a corto plazo.

Conclusiones de los autores: 

En términos generales, hay datos dispersos que informan la administración de antihipertensivos en niños, y los resultados presentados se limitan a la presión arterial y no al daño de órganos diana. Se dispone de un número suficiente de datos para el candesartán, y existen pruebas de baja calidad de un efecto de disminución moderada en la presión arterial. No se encontraron pruebas de una relación de dosis-respuesta coherente para aumentar la dosis de los antagonistas de los receptores de la angiotensina, los bloqueadores de los canales de calcio o los antagonistas de la enzima convertidora de angiotensina. Todos los agentes parecen seguros, al menos a corto plazo.

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Antecedentes: 

La hipertensión es un factor de riesgo principal de accidente cerebrovascular, arteriopatía coronaria y daño renal en adultos. Faltan datos sobre las secuelas a largo plazo de la hipertensión persistente en niños, pero se sabe que los niños con hipertensión tienen pruebas de daño de órganos diana y están en riesgo de hipertensión hasta la edad adulta. Actualmente está subiendo la prevalencia de la hipertensión en niños, con más probabilidad debido a un ascenso concurrente en las tasas de obesidad. En niños con hipertensión, las medidas no farmacológicas a menudo se recomiendan como tratamiento de primera línea, pero una proporción significativa de niños, con el tiempo, requerirá tratamiento farmacológico para reducir la presión arterial, especialmente los que presentan pruebas de daño de órganos diana en el momento de presentación o durante el seguimiento. No se realizó con anterioridad una revisión sistemática de los efectos de los antihipertensivos en niños.

Objetivos: 

Determinar los efectos relacionados con la dosis de diferentes clases de fármacos antihipertensivos en los casos en que la monoterapia se comparó con el placebo; el tratamiento de combinación se comparó con el placebo o con una única medicación; o en las comparaciones de diversas dosis dentro de la misma clase, en la presión arterial sistólica o diastólica (o ambas) en niños con hipertensión.

Métodos de búsqueda: 

Se hicieron búsquedas en el registro especializado del Grupo Cochrane de Hipertensión (Cochrane Hypertension Group), Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials) (CENTRAL) (2013, número 9), Ovid MEDLINE (1946 hasta octubre 2013), Ovid EMBASE (1974 hasta octubre 2013) y en citas bibliográficas.

Criterios de selección: 

Los criterios de selección fueron deliberadamente amplios debido a que hay pocos ensayos clínicos en niños. Se incluyeron ensayos controlados aleatorios (ECA) de al menos dos semanas de duración que compararon los antihipertensivos como monoterapia o tratamiento de combinación con el placebo u otra medicación, o que compararon diferentes dosis de la misma medicación, en niños con hipertensión. La hipertensión se definió como una presión arterial promedio (sobre la base de un mínimo de tres lecturas) sistólica o diastólica (o ambas) en el percentil 95 o más para la edad, la altura y el sexo. 

Obtención y análisis de los datos: 

Dos autores seleccionaron de forma independiente los estudios pertinentes, extrajeron los datos y evaluaron el riesgo de sesgo. Se resumieron los datos, siempre que fue posible, mediante un modelo de efectos aleatorios. La evaluación formal de heterogeneidad no fue posible debido a que los datos eran insuficientes.

Resultados principales: 

Un total de 21 ensayos evaluaron los antihipertensivos de diversas clases de fármacos en 3454 niños hipertensos con períodos de seguimiento que variaron de tres a 24 semanas.Hubo cinco ECA que compararon un fármaco antihipertensivo directamente con el placebo; 12 ensayos de búsqueda de dosis, dos ensayos que compararon los bloqueadores de los canales de calcio con antagonistas de los receptores de angiotensina; un ensayo que comparó un alfabloqueante de acción central con un diurético; y un ensayo que comparó un inhibidor de la enzima convertidora de angiotensina con un antagonista de los receptores de angiotensina. No se identificó ningún ensayo aleatorio que evaluara la efectividad de los fármacos antihipertensivos en el daño de los órganos diana. Los ensayos eran de calidad variable y la mayoría fueron financiados por compañías farmacéuticas.

Entre los antagonistas de los receptores de la angiotensina, el candesartán (un ensayo, n = 240) en comparación con el placebo, redujo la presión arterial sistólica en 6,50 mmHg (intervalo de confianza [IC] del 95%: -9,44 a -3,56) y la presión arterial diastólica en 5,50 mmHg (IC del 95%: -9,62 a -1,38) (pruebas de baja calidad). Una alta dosis de telmisartán (un ensayo, n = 76) en comparación con el placebo redujo la presión arterial sistólica en -8,50 (IC del 95%: -13,79 a -3,21) pero no la presión arterial diastólica (-4,80; IC del 95%: -9,50 a 0,10) (pruebas de baja calidad). Cuando se comparan los betabloqueantes (metoprolol, un ensayo, n = 140) con el placebo, la presión arterial sistólica se reduce significativamente en 4,20 mmHg (IC del 95%: -8,12 a -0,28), pero no la presión arterial diastólica (-3,20 mmHg, IC del 95%: -7,12 a 0,72) (pruebas de baja calidad). Cuando se compara la combinación de betabloqueante y diurético (bisoprolol/hidroclorotiazida, un ensayo, n = 94) con el placebo, no se reduce significativamente la presión arterial sistólica (-4,0 mmHg, IC del 95%: -8,99 a -0,19) pero tuvo un efecto en la presión arterial diastólica (-4,50 mmHg, IC del 95%: -8,26 a -0,74) (pruebas de baja calidad). Los bloqueadores de los canales de calcio (felodipina de liberación prolongada, un ensayo, n = 133) no fueron efectivos para reducir la presión arterial sistólica (-0,62 mmHg, IC del 95%: -2,97 a 1,73) o la presión arterial diastólica (-1,86 mmHg, IC del 95%: -5,23 a 1,51) en comparación con el placebo. Además, no hubo ninguna dosis-respuesta coherente observada en ninguna de las clases de fármacos. Los eventos adversos asociados a los antihipertensivos fueron principalmente leves e incluyeron cefaleas, mareos e infecciones de las vías respiratorias superiores.

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