Intervenciones para los trastornos perceptivos tras un accidente cerebrovascular

Mensajes clave

El ictus puede afectar a la capacidad de una persona para procesar y comprender la información de sus sentidos, incluidos el oído, el olfato, la somatosensación (sentido de la temperatura corporal, la posición y el movimiento), el gusto, el tacto y la vista. El procesamiento y la comprensión de la información procedente de estos sentidos se conoce como percepción.

Ha habido poca investigación para averiguar si algún tratamiento para los problemas de percepción relacionados con el ictus es útil.

Las personas con problemas de audición, olfato, somatosensación, gusto, tacto y vista relacionados con el ictus deben seguir participando en la rehabilitación, tal y como recomiendan las guías de práctica clínica. Los profesionales sanitarios deben seguir ofreciendo rehabilitación para los problemas perceptivos relacionados con el ictus de acuerdo con las guías y recomendaciones clínicas actuales.

¿Qué es un trastorno perceptivo?

Antes de sufrir un ictus, los adultos reciben la información sobre el mundo a través de sus sentidos: oído, olfato, somatosensación, gusto, tacto y vista. La somatosensación se refiere a la sensación que surge de la piel, los músculos o las articulaciones, e incluye la percepción de la presión, la vibración, la temperatura y la posición. La información recogida puede incluir el color, la forma y el tamaño de los objetos que perciben. Junto con los recuerdos y las experiencias culturales, una persona puede entender cómo se siente alguien al ver su expresión facial. Otros ejemplos son la identificación de diferentes olores a través del sentido del olfato y la percepción de diferentes texturas a través del sentido del tacto. Un ictus puede afectar a estas capacidades.

¿Cómo se tratan los trastornos perceptivos?

Los profesionales sanitarios, incluidos los terapeutas ocupacionales, los fisioterapeutas y los psicólogos, pueden ofrecer diferentes tratamientos. Los tratamientos pueden incluir medicamentos, estimulación del cerebro o rehabilitación perceptiva mediante actividades, rompecabezas, estrategias o repetición intensiva de tareas.

¿Qué se quería averiguar?

Se quería saber si recibir algún tratamiento para los trastornos perceptivos era mejor que no recibir ningún tratamiento. Se midió la mejora observando la capacidad de las personas para llevar a cabo sus actividades cotidianas. Se midió si los tratamientos también ayudaban a otras cosas, como la calidad de vida, la salud mental y la percepción. Se buscó información sobre momentos en los que las cosas no fueron bien. También se exploró si un tratamiento fue más beneficioso que otro.

¿Qué se hizo?

Se buscaron todas las investigaciones pertinentes. Se evaluó la calidad de 18 estudios y se resumieron sus resultados.

¿Qué se encontró?

Los estudios que se encontró trataban sobre diferentes trastornos perceptivos: tres estudios analizaban los trastornos de la percepción del tacto, siete analizaban la somatosensación, siete estudios analizaban la vista y uno analizaba varios problemas perceptivos al mismo tiempo. Los tratamientos utilizados en estos estudios incluían tareas de copiar con papel y lápiz para mejorar la memoria visual y el uso de robots para ayudar a mejorar el sentido de la posición del cuerpo de la persona. No se encontró información que mostrase que alguno de los tratamientos funcionase.

¿Por qué sigue habiendo incertidumbre?

Se encontraron pocos estudios. Cada estudio incluyó un número pequeño de personas con un problema perceptivo tras un ictus. Al ser un número reducido de personas, los resultados no fueron claros. La revisión consideró diferentes intervenciones. Menos de la mitad de los estudios (siete) midieron la capacidad de realizar actividades cotidianas.

¿Cómo de actualizada está esta información?

La información está actualizada a fecha de agosto de 2021.

Según la información recopilada, continúan sin estar claros los efectos beneficiosos y perjudiciales de los tratamientos para los problemas de percepción después de un ictus. A las personas con problemas de percepción después de un ictus se les debe seguir ofreciendo la rehabilitación recomendada en las guías de práctica clínica.

Conclusiones de los autores: 

Tras una búsqueda sistemática detallada, se identificó evidencia limitada de ECA sobre la efectividad de las intervenciones para los trastornos perceptivos después del accidente cerebrovascular. No hay evidencia suficiente para apoyar ni refutar que las intervenciones perceptivas son efectivas. Se necesitan más ensayos de alta calidad sobre las intervenciones para los trastornos perceptivos en los accidentes cerebrovasculares. Deben reclutar un número suficiente de participantes, incluir una comparación con la "atención habitual" y medir los desenlaces funcionales a más largo plazo, en momentos posteriores al periodo de intervención inicial. Según las guías de práctica clínica, las personas con deterioro de la percepción tras un accidente cerebrovascular deben continuar con la rehabilitación neurológica.

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Antecedentes: 

La percepción es la capacidad para comprender la información de nuestros sentidos. Permite experimentar e interactuar significativamente con nuestro entorno. Un accidente cerebrovascular puede afectar a la percepción en hasta el 70% de los supervivientes, lo que provoca malestar, una mayor dependencia de los demás y una peor calidad de vida. Las intervenciones para tratar los trastornos perceptivos podrían incluir la evaluación y el cribado, la rehabilitación, la estimulación cerebral no invasiva y los enfoques farmacológicos y quirúrgicos.

Objetivos: 

Evaluar la efectividad de las intervenciones para los trastornos perceptivos después del accidente cerebrovascular en comparación con ninguna intervención o control (placebo, atención estándar, control de atención, que imita la terapia de intervención en tiempo y atención recibida), en las medidas de realización de las actividades cotidianas.

Métodos de búsqueda: 

Se realizaron búsquedas en los registros de ensayos del Grupo Cochrane de Accidentes cerebrovasculares (Cochrane Stroke Group), CENTRAL, MEDLINE, Embase y otras tres bases de datos hasta agosto de 2021. También se buscó en los ensayos y los registros de investigación, en las listas de referencias y se realizaron búsquedas manuales en revistas y se estableció contacto con los autores.

Criterios de selección: 

Se incluyeron ensayos controlados aleatorizados (ECA) de adultos supervivientes de accidentes cerebrovasculares con trastornos perceptivos. Se definió la percepción como las funciones mentales específicas de reconocimiento e interpretación de los estímulos sensoriales y se incluyeron el oído, el gusto, el tacto, el olfato, la somatosensación y la vista. La definición de percepción excluyó las deficiencias del campo visual, inatención y el dolor.

Obtención y análisis de los datos: 

Un autor de la revisión evaluó los títulos, y dos autores de la revisión examinaron de forma independiente los resúmenes y los artículos de texto completo para determinar su elegibilidad. Un autor de la revisión extrajo, valoró e introdujo los datos, que fueron verificados por un segundo autor. Se evaluó el riesgo de sesgo mediante la herramienta ROB-1, y la calidad de la evidencia con el método GRADE.

En esta actualización de la revisión participó un grupo de interesados, compuesto por supervivientes de accidentes cerebrovasculares, cuidadores y profesionales sanitarios.

Resultados principales: 

Se identificaron 18 ECA elegibles con 541 participantes. Los ensayos abordaron trastornos de la percepción del tacto (tres ensayos, 70 participantes), somatosensorial (siete ensayos, 196 participantes) y visual (siete ensayos, 225 participantes), y uno (50 participantes) exploró los trastornos mixtos del tacto y somatosensoriales. Ninguno abordó los trastornos de la percepción auditiva, gustativa u olfativa relacionados con el accidente cerebrovascular. Todos los ensayos menos uno examinaron la efectividad de las intervenciones de rehabilitación; la excepción evaluó la estimulación cerebral no invasiva. Para la comparación principal de intervención activa versus ningún tratamiento o control, un ensayo informó sobre el desenlace principal de desempeño de las actividades cotidianas:

Trastornos somatosensoriales: un ensayo (24 participantes) comparó una intervención con una intervención de control e informó sobre una medida de actividades cotidianas.

Trastorno de percepción del tacto: ningún ensayo que midiera las actividades cotidianas comparó una intervención con ningún tratamiento o con una intervención de control.

Trastornos de percepción visual: ningún ensayo que midiera las actividades cotidianas comparó una intervención con ningún tratamiento o control.

Además, seis ensayos informaron sobre los desenlaces de las actividades cotidianas en una comparación de intervención activa versus intervención activa, en relación con la somatosensación (tres ensayos), el tacto (un ensayo) y la visión (dos ensayos).

Notas de traducción: 

La traducción de las revisiones Cochrane ha sido realizada bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.

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