Quetiapina para la esquizofrenia

Se buscaron los ensayos controlados aleatorizados para determinar los efectos de la quetiapina para la esquizofrenia en comparación con placebo y otros antipsicóticos. Se incluyeron los resultados de diez ensayos a corto plazo y de dos estudios a medio plazo. La quetiapina es eficaz para el tratamiento de la esquizofrenia, pero no difiere mucho de los antipsicóticos de primera generación ni de la risperidona en lo que respecta a la retirada del tratamiento y a su eficacia. En comparación con los antipsicóticos típicos y la risperidona, tiene un menor riesgo de trastornos del movimiento, pero un mayor riesgo de mareos, sequedad bucal y somnolencia.

Conclusiones de los autores: 

La quetiapina es eficaz para el tratamiento de la esquizofrenia, pero no difiere mucho de los antipsicóticos de primera generación ni de la risperidona en lo que respecta a la retirada del tratamiento y a su eficacia. En comparación con los antipsicóticos típicos y la risperidona, tiene un menor riesgo de trastornos del movimiento, pero un mayor riesgo de mareos, sequedad bucal y somnolencia. Se deben realizar ensayos controlados aleatorizados pragmáticos claramente informados para determinar su posición en la práctica clínica diaria. Estudios de los efectos a medio y largo plazo, incluida la relación entre coste y efectividad, la calidad de vida, el funcionamiento social y la utilización de los servicios, en comparación con los efectos de los antipsicóticos típicos y atípicos, deben ser áreas prioritarias.

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Antecedentes: 

La quetiapina es un antipsicótico atípico con, teóricamente, una baja propensión a los efectos adversos de trastornos del movimiento. Se utiliza para el tratamiento de la esquizofrenia y otras psicosis.

Objetivos: 

Determinar los efectos de la quetiapina para la esquizofrenia en comparación con placebo y otros antipsicóticos.

Métodos de búsqueda: 

Se realizaron búsquedas electrónicas en el Registro de ensayos del Grupo Cochrane de Esquizofrenia (Cochrane Schizophrenia Group) (febrero de 2003), Biological Abstracts (1982-2000), CINAHL (1982-2000), la Cochrane Library (2000, Número 1),EMBASE (1980-2000), MEDLINE (1966-2000), PsycLIT (1974-2000), SIGLE en CD (1980-1997), SocioFile (1974-1997) y en muchas actas de conferencias, así como búsquedas manuales en revistas específicas. Se estableció contacto con AstraZeneca Pharmaceuticals para obtener información sobre ensayos no publicados. La revisión se actualizó en febrero de 2003.

Criterios de selección: 

Todos los ensayos controlados aleatorizados en los que pacientes adultos con esquizofrenia o enfermedades similares se asignaron a quetiapina, placebo u otros fármacos neurolépticos y en los que se informaron resultados clínicamente relevantes.

Obtención y análisis de los datos: 

Los autores de la revisión revisaron de forma independiente las citas y, cuando fue posible, los resúmenes; y los documentos se ordenaron, se volvieron a inspeccionar y se evaluó su calidad. Los datos se extrajeron de forma independiente. Los datos se analizaron mediante el riesgo relativo (RR) con un modelo de efectos fijos y se calculó el intervalo de confianza (IC) del 95%. Sólo se interpretó que los datos homogéneos favorecían al tratamiento o al control. Cuando fue posible, se calculó el número necesario a tratar (NNT) o el número necesario para dañar (NND). Se calculó el riesgo relativo (RR) para los datos dicotómicos y la diferencia de medias ponderada (DMP) para los datos continuos.

Resultados principales: 

A pesar de que 3443 pacientes se asignaron al azar en 12 estudios de quetiapina, casi no hay datos sobre la utilización de los servicios, los resultados económicos, el funcionamiento social ni la calidad de vida. Más de la mitad de los que participaron en la comparación de quetiapina versus placebo se perdieron durante el seguimiento (53% de quetiapina vs 61% de placebo, n = 716, cuatro ECA, RR 0,84; IC: 0,7 a 0,9; NNT 11; IC: 7 a 55) por lo que no es posible interpretar con confianza cualquier calificación del estado global o mental dentro de esta comparación. Sin embargo, los pacientes asignados a quetiapina no tuvieron más trastornos del movimiento que los que recibieron placebo (n = 395, dos ECA, RR de necesidad de medicación para EPSE 0,62; IC: 0,3 a 1,2). Lo mismo se aplica a la comparación de >/= 250 mg/día de quetiapina con < 250 mg/día de quetiapina (49% de abandono >/= 250 mg/día versus 58% < 250 mg/día, n = 1066, tres ECA, RR 0,84; IC: 0,8 a 0,9; NNT 11; IC: 7 a 29). Cabe señalar que se produjeron dos muertes en el grupo de dosis más alta (n = 618, un ECA, RR 0,1; IC: 0,0 a 2,1). Cuando la quetiapina se comparó con los antipsicóticos típicos, alrededor del 36% de ambos grupos no lograron completar los estudios a corto plazo (n = 1624, seis ECA, RR 0,87; IC: 0,8 a 1,0). El cambio medio en el estado global fue heterogéneo y contradictorio (n = 762, tres ECA, DMP a corto plazo 0,19; IC: 0,00 a 0,38, I cuadrado 76%). Las medidas del estado mental también fueron contradictorias (n = 1247, RR ninguna mejoría 0,97; IC: 0,9 a 1,1) incluyendo medidas específicas de síntomas negativos (n = 305, un ECA, DM de cambio en la SANS a corto plazo 0,94; IC: -0,2 a 2,0). Los trastornos del movimiento fueron menos frecuentes en los asignados a quetiapina (n = 1117, cuatro ECA, RR de necesidad de medicación para los efectos adversos extrapiramidales 0,47; IC: 0,4 a 0,6, NNT 4; IC: 4 a 5, I cuadrado 88%). La sequedad bucal (n = 649, dos ECA, RR a corto plazo 2,85; IC: 1,5 a 5,6, NND 17; IC: del 7 a 65) y la somnolencia (n = 959, tres ECA, RR 1,51; IC: 1,1 a 2,2, NND 18; IC: 8 a 181) también pueden ser más frecuentes en los pacientes que reciben quetiapina en comparación con los fármacos más antiguos. En la comparación de quetiapina versus risperidona, más del 30% de los pacientes abandonaron el estudio antes de completarlo (n = 728, un ECA, RR 0,94; IC: 0,7 a 1,2). Cuatro pacientes, todos tratados con quetiapina, murieron durante el estudio (n = 728, un ECA, RR 2,86; IC: 0,2 a 52,8). Las medidas continuas del estado mental no mostraron diferencias claras entre los dos fármacos (n = 637, un ECA, DM PANSS 1,2; IC: -2,0 a 4,4). Sin embargo, un número considerablemente menor de pacientes a los que se les administró quetiapina necesitaron medicación para los efectos secundarios extrapiramidales en comparación con los asignados a la risperidona (n = 712, un ECA, RR 0,27; IC: 0,2 a 0,5; NNT 11; IC: 10 a 16). La quetiapina causó más mareos (n = 728, un ECA, RR 1,85; IC: 1,0 a 3,3; NND 18; IC: 7 a 487), más sequedad bucal (n = 728, un ECA, RR 2,11; IC: 1,2 a 3,8; NND 14; IC: 6 a 82) y más somnolencia que la risperidona (n = 728, un ECA, RR 2,03; IC: 1,4 a 2,9; NND 7; IC: 4 a 17).

Notas de traducción: 

La traducción y edición de las revisiones Cochrane han sido realizadas bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno español. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con Infoglobal Suport, cochrane@infoglobal-suport.com.

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