Anticuerpos para la prevención del sarampión después de la exposición

Los pacientes que han tenido sarampión, o que han recibido la vacuna contra el sarampión, tienen anticuerpos contra el virus en la sangre que los protegen de contraer sarampión si estuvieran en contacto con la infección. Estos anticuerpos pueden extraerse de la sangre donada por estos individuos.

Si los pacientes que no tienen anticuerpos entran en contacto con alguien que puede contagiar sarampión, es probable que contraigan la enfermedad. El sarampión generalmente es debilitante y puede tener graves consecuencias incluida la muerte, de manera que es aconsejable su prevención. Una forma de prevenir el sarampión en este grupo, cuando entran en contacto con un paciente que puede contagiar la infección, es la administración de una inyección de anticuerpos que se han extraído de donaciones de sangre. Este procedimiento se ha practicado desde los años veinte, aunque las medidas de su efectividad han variado y no se conoce la cantidad mínima de anticuerpos que se puede administrar para prevenir el sarampión.

Sobre la base de siete estudios (1432 personas), en general de calidad moderada, la administración de anticuerpos a través de una inyección intramuscular en personas que estuvieron en contacto con pacientes con sarampión, pero que carecían de sus propios anticuerpos, fue efectiva para prevenir el contagio de la enfermedad en comparación con los que no recibieron ningún tratamiento. Mediante el uso de la preparación de anticuerpos actual, los pacientes presentaron un 83% menos de probabilidades de contraer sarampión que los que no fueron tratados. Fue muy efectiva para prevenir el desarrollo de complicaciones en las personas que contrajeron sarampión y muy efectiva para evitar la muerte. Los estudios incluidos en general no se propusieron medir los efectos perjudiciales posibles de las inyecciones. Se informaron efectos secundarios menores, como rigidez muscular, enrojecimiento alrededor del sitio de inyección, fiebre y erupción cutánea. Es importante destacar que sólo dos estudios compararon la vacuna contra el sarampión con la inyección de anticuerpos en este grupo de personas, de manera que no es posible establecer conclusiones firmes acerca de la efectividad relativa de estas intervenciones.

La inyección de anticuerpos a menudo se recomienda para las mujeres embarazadas, los neonatos y los pacientes inmunocomprometidos (cuando no tienen sus propios anticuerpos contra el sarampión y entran en contacto con alguien que puede contagiar la infección). Los estudios incluidos no tuvieron en cuenta a estos grupos de personas, de manera que no se conoce si la efectividad de las inyecciones de anticuerpos es diferente para ellos. Tampoco fue posible identificar la dosis mínima necesaria de anticuerpos debido a que sólo un estudio midió la cantidad específica de anticuerpos del sarampión en las inyecciones y otro estudio calculó esta cifra; los resultados de estos dos estudios no fueron consistentes.

Las pruebas están actualizadas hasta agosto de 2013.

Conclusiones de los autores: 

La inmunización pasiva dentro del plazo de los siete días desde la exposición es efectiva en la prevención del sarampión, y el riesgo para las personas no inmunes es de hasta un 83% menos en comparación con ninguna administración del tratamiento. La tasa de aparición es de 45 por 1000 (por el grupo de control del estudio más reciente incluido), con lo cual la gammaglobulina comparada con ningún tratamiento presenta una reducción del riesgo absoluto (RRA) de 37 por 1000 y un número necesario a tratar para beneficiar (NNTB) de 27. La tasa de aparición de 759 por 1000 (por la tasa de aparición del otro estudio incluido que evaluó la gammaglobulina), con lo cual la RRA de la gammaglobulina en comparación con ningún tratamiento es de 629 y el NNTB es de dos.

Parece que la dosis de inmunoglobulina administrada repercute en la efectividad. No pudo identificarse una dosis mínima efectiva de anticuerpos específicos del sarampión.

La inmunización pasiva es efectiva para prevenir las muertes por sarampión, y reduce el riesgo en un 76% en comparación con ningún tratamiento. No fue posible determinar si los beneficios de la inmunización pasiva varían entre los subgrupos de personas no inmunes expuestas a la infección.

Debido a la escasez de pruebas que comparan la vacuna con la inmunización pasiva, no es posible establecer ninguna conclusión firme con respecto a la efectividad relativa.

Los estudios incluidos no fueron diseñados específicamente para detectar eventos adversos.

La investigación futura debe considerar la efectividad de la inmunización pasiva para la prevención del sarampión en las poblaciones de alto riesgo como las mujeres embarazadas, los pacientes inmunocomprometidos y los neonatos. Deben realizarse esfuerzos adicionales para determinar la dosis mínima efectiva de anticuerpos específicos del sarampión para la profilaxis post exposición y la efectividad relativa de la vacuna en comparación con la inmunoglobulina.

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Antecedentes: 

Los brotes de sarampión siguen ocurriendo en los países con una alta cobertura de vacunación. En general se considera que la inmunización pasiva previene el sarampión en personas que no son inmunes y que han estado expuestas a la infección. Los cálculos de la efectividad han variado y no se ha determinado la dosis mínima efectiva.

Objetivos: 

Evaluar la efectividad y la seguridad de la inyección intramuscular o la infusión intravenosa de inmunoglobulinas (inmunización pasiva) para prevenir el sarampión cuando se las administra a pacientes susceptibles expuestos a la infección antes de la aparición de los síntomas.

Métodos de búsqueda: 

Se hicieron búsquedas en CENTRAL (2013, número 7), MEDLINE (1946 hasta julio, semana 5, 2013), CINAHL (1981 hasta agosto 2013) y en EMBASE (1974 hasta agosto 2013).

Criterios de selección: 

Se incluyeron ensayos controlados aleatorios (ECA), ensayos controlados cuasialeatorios y estudios (de cohortes) controlados prospectivos en los que: los participantes eran susceptibles y habían estado expuestos al sarampión, se administraban inmunoglobulinas policlonales derivadas de suero o plasma humano de forma intramuscular o por vía intravenosa como la única intervención en al menos un grupo y se medía el número de casos posteriores de sarampión. Se excluyeron los estudios de otras fuentes de inmunoglobulinas.

Obtención y análisis de los datos: 

Dos autores extrajeron los datos y evaluaron críticamente los estudios incluidos de forma independiente. Se intentó establecer contacto con los autores de los estudios para obtener información faltante. Se describieron los resultados de los estudios no incluidos en los metanálisis.

Resultados principales: 

Se incluyó un ECA, dos ensayos controlados cuasialeatorios y diez estudios de cohortes (3925 participantes). Ningún estudio se consideró en riesgo bajo de sesgo para todos los criterios. La evaluación crítica fue restringida por una falta de información en la mayoría de los estudios. La calidad general de las pruebas fue moderada.

Siete estudios (1432 participantes) evaluaron los casos de sarampión después de la administración de inmunoglobulina versus ningún tratamiento. La heterogeneidad fue explicada mediante la realización de subgrupos según el producto sanguíneo utilizado como una aproximación de la dosis de inmunoglobulina. Cuando se administraron en el plazo de los siete días desde la exposición, las inmunoglobulinas fueron efectivas en la prevención del sarampión: gammaglobulina (cociente de riesgos [CR] 0,17; intervalo de confianza [IC] del 95%: 0,08 a 0,36), suero de convalecientes (CR 0,21; IC del 95%: 0,15 a 0,29 a CR 0,49; IC del 95%: 0,44 a 0,54) y suero de adultos (CR 0,52; IC del 95%: 0,45 a 0,59). Las diferencias en la efectividad de los diferentes productos sanguíneos fueron apoyadas por estudios no incluidos en el metanálisis y por dos estudios (702 participantes) que encontraron que la gammaglobulina fue más efectiva que el suero (CR 0,56; IC del 95%: 0,46 a 0,69).

Sobre la base de tres estudios (893 participantes) la inmunoglobulina fue efectiva para prevenir la muerte causada por el sarampión en comparación con ningún tratamiento (CR 0,24; IC del 95%: 0,13 a 0,44).

Dos estudios incluyeron la vacuna contra el sarampión sola entre los grupos de intervención. No fue posible realizar el metanálisis. Ambos estudios indicaron que la vacuna fue más efectiva que la gammaglobulina.

No se observaron eventos adversos graves en ninguno los estudios incluidos, aunque en general el informe de los eventos adversos fue deficiente. Los eventos adversos no graves incluyeron fiebre transitoria, erupción cutánea, rigidez muscular, enrojecimiento local e induración.

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