Entrenamiento físico para apoyar la recuperación en pacientes con traumatismo craneoencefálico

Antecedentes

Los pacientes con traumatismo craneoencefálico a menudo tienen un nivel de estado físico bastante por debajo de los niveles más bajos de un buen estado físico de los adultos de edad y sexo similares. El estado físico reducido causa más cansancio, lo que dificulta la realización de las actividades cotidianas. Los profesionales de la salud usan el entrenamiento físico para tratar este problema. Esta es una actualización de una revisión publicada por primera vez en 2008; orientada a evaluar la efectividad del entrenamiento para mejorar el estado físico, otros resultados como la depresión, la cognición (p.ej. memoria, atención y solución de problemas) y el retorno a las actividades diarias.

Características de los estudios

Se hicieron búsquedas de estudios en agosto 2017. Se incluyeron ocho estudios, con 399 adultos con traumatismo craneoencefálico, en esta revisión. La mayoría de los participantes del estudio fueron hombres en la treintena que presentaban lesiones cerebrales graves. No se encontraron estudios que incluyeran niños. Los programas de entrenamiento físico se realizaron en un rango de contextos incluido el hospital, la comunidad y el domicilio. En seis de los ocho estudios se supervisaron todas las sesiones de entrenamiento físico. El tipo de entrenamiento físico varió, e incluyó ejercicio en una bicicleta fija, en el agua, con equipo de gimnasio como una cinta rodante, ejercicio basado en el domicilio y un grupo de entrenamiento físico en contextos militares. En seis de los ocho estudios la intensidad, la duración y la frecuencia del entrenamiento físico prescrito cumplieron con las guías establecidas por el American College of Sports Medicine.

Resultados clave

Tres de los ocho estudios, con 67 participantes, evaluaron el cambio en el estado físico al final del programa de tratamiento. El ejercicio se realizó en una bicicleta fija en dos estudios, y en el agua en el tercero, y todas las sesiones fueron supervisadas. El entrenamiento físico se comparó con intervenciones sin ejercicios en dos de estos estudios, y con ninguna intervención en el tercer estudio. Se combinaron los resultados de los tres estudios, que demostraron una mejoría promedio (media) de 35 Vatios en una prueba de ejercicio en los grupos de entrenamiento físico en comparación con los grupos de intervención sin ejercicios y de ninguna intervención. Esta mejoría representa aproximadamente una mejoría del 36% en el estado físico desde el comienzo del estudio, que es un efecto grande. Sin embargo, este cálculo es incierto y es probable que la diferencia sea de entre 3 a 68 Vatios, que puede o no ser importante desde el punto de vista clínico.

Más de un estudio informó sobre otros seis resultados; composición corporal, fuerza, cansancio, depresión, calidad de vida y caminata. No se conoce si el entrenamiento físico fue mejor o peor que las intervenciones sin ejercicios o ninguna intervención para mejorar estos resultados. Las medidas de la cognición, las actividades cotidianas y el retorno a las actividades diarias sólo se midieron en un estudio y no hubo ningún estudio que midiera el efecto del entrenamiento físico sobre los niveles de la actividad física y la motivación. Sólo tres estudios examinaron el efecto del entrenamiento físico más allá del final del programa, aunque los mismos no pudieron proporcionar una respuesta clara con respecto a los efectos a largo plazo del entrenamiento físico.

En los cinco estudios que proporcionaron supervisión para todas las sesiones de entrenamiento físico, todos los participantes de los grupos de entrenamiento físico finalizaron los estudios. La asistencia al tratamiento presentó variaciones entre los estudios, se informó que varió de 59% a 100%, y no se informó para dos estudios. No hubo evidencia de efectos perjudiciales causados por el entrenamiento físico en ningún estudio.

Calidad de la evidencia

La certidumbre en cuanto a estos resultados se reduce debido a la baja calidad de la evidencia causada por los números pequeños de participantes en el estudio, el informe deficiente de algunos detalles del estudio y los posibles errores en la manera en que se realizaron algunos de los estudios.

Conclusiones de los autores

No está claro si el entrenamiento después de un traumatismo craneoencefálico mejora el estado físico. No hay evidencia suficiente para comprender el efecto del entrenamiento físico sobre otros resultados importantes. Aunque el entrenamiento físico parece tener una buena adherencia por parte de los pacientes con traumatismo craneoencefálico, en particular cuando es supervisado, y no hay evidencia de efectos perjudiciales, se necesitan estudios bien diseñados adicionales antes de poder establecer conclusiones definitivas. A falta de evidencia de alta calidad, los profesionales de la salud pueden ser guiados por las listas de verificación seleccionadas antes de los ejercicios para asegurar que el paciente con traumatismo craneoencefálico esté seguro al ejercitarse, y deben establecer parámetros de entrenamiento mediante las guías establecidas por el American College of Sports Medicine para los pacientes que han sufrido una lesión cerebral.

Conclusiones de los autores: 

Hay evidencia de baja calidad de que el entrenamiento físico es efectivo para mejorar el estado cardiorrespiratorio deficiente después del TCE; no hay evidencia suficiente para establecer conclusiones definitivas acerca de los otros resultados. Aunque la intervención parece ser aceptada por los pacientes con TCE, y no existe evidencia de efectos perjudiciales, se necesitan más estudios con el poder estadístico suficiente y bien diseñados para determinar un cálculo más preciso del efecto sobre el estado cardiorrespiratorio, así como los efectos a través de un rango de medidas de resultado importantes y en pacientes con diferentes características (p.ej. niños). A falta de evidencia de alta calidad, los médicos pueden ser guiados por las listas de verificación seleccionadas antes de los ejercicios para asegurar que la persona con traumatismo craneoencefálico esté segura al ejercitarse, y establecer los parámetros de entrenamiento mediante las guías establecidas por el American College of Sports Medicine para los pacientes que han sufrido una lesión cerebral.

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Antecedentes: 

El estado cardiorrespiratorio reducido (deficiente) es una consecuencia común del traumatismo craneoencefálico (TCE). Para tratar esta deficiencia puede implementarse el entrenamiento físico.

Objetivos: 

El objetivo primario de esta revisión actualizada fue evaluar si el entrenamiento mejora el estado cardiorrespiratorio en pacientes que han sufrido un TCE. Los objetivos secundarios fueron evaluar si el entrenamiento físico mejora la función y la estructura corporal (deficiencias físicas y cognitivas, respuestas psicológicas resultantes de la lesión), las limitaciones en las actividades y las restricciones en la participación en los pacientes que han tenido un TCE, así como evaluar su seguridad, aceptación, viabilidad e idoneidad.

Métodos de búsqueda: 

Se hicieron búsquedas en 10 bases de datos electrónicas (registro de ensayos del Grupo Cochrane de Lesiones (Cochrane Injuries Group Trials Register); Registro Cochrane Central de Ensayos Controlados (Cochrane Central Register of Controlled Trials [CENTRAL]); Embase; PubMed (MEDLINE); CINAHL; AMED; SPORTDiscus; PsycINFO; en PEDro y en PsycBITE) y en la International Clinical Trials Registry Platform para encontrar ensayos relevantes. Además, se examinaron las listas de referencias de las revisiones sistemáticas relacionadas con el tema identificado en la búsqueda, y de los estudios incluidos, y se contactó con los autores de los ensayos para identificar estudios adicionales. La búsqueda se realizó en agosto 2017.

Criterios de selección: 

Se seleccionaron los estudios controlados aleatorios con pacientes con TCE si comparaban un programa de ejercicios que incorporara entrenamiento físico cardiorrespiratorio con la atención habitual, una intervención sin ejercicios o ninguna intervención.

Obtención y análisis de los datos: 

Dos autores de la revisión examinaron de forma independiente los resultados de la búsqueda, extrajeron los datos y evaluaron el sesgo. Se estableció contacto con todos los autores de los ensayos para obtener información adicional. Se calculó la diferencia de medias (DM) o la diferencia de medias estandarizada (DME) y los intervalos de confianza (IC) del 95% para los datos continuos, y el odds ratio con IC del 95% para los datos dicotómicos. Se agruparon los datos cuando había estudios suficientes con homogeneidad.

Resultados principales: 

Se identificaron dos nuevos estudios que incorporan 96 participantes en esta actualización y se agregaron a los seis estudios incluidos anteriormente. Se incluyó un total de ocho estudios que incorporan 399 participantes a la revisión actualizada. Los participantes fueron principalmente hombres, en su tercera década de vida, que habían sufrido un TCE grave. Ningún estudio incluyó niños. Los estudios fueron clínicamente diferentes con respecto a las intervenciones, el tiempo posterior a la lesión y las medidas de resultado usadas. Al final de la intervención, la diferencia de medias en la potencia de salida máxima fue de 35,47 Vatios (W) a favor del entrenamiento físico (DM 35,47 W, IC del 95%: 2,53 a 68,41 W; tres estudios, 67 participantes; evidencia de baja calidad). Los IC incluyen un posible efecto clínicamente importante y un posible efecto no significativo y había considerable heterogeneidad entre los estudios.

Cinco de los resultados secundarios tuvieron datos suficientes al final de la intervención para permitir el metanálisis: composición corporal (DME 0,29 desviaciones estándar [a favor del control], IC del 95%: -0,22 a 0,79; dos estudios, 61 participantes; evidencia de baja calidad), fuerza (DME -0,02 [a favor del control], IC del 95%: -0,86 a 0,83; dos estudios, 23 participantes; evidencia de muy baja calidad), fatiga (DME -0,32 [a favor del entrenamiento físico], IC del 95%: -0,90 a 0,26; tres estudios, 130 participantes; evidencia de muy baja calidad), depresión (DME -0,43 [a favor del entrenamiento físico], IC del 95%: -0,92 a 0,06; cuatro estudios, 220 participantes; evidencia de muy baja calidad) y función neuromotora (DM 0,01 m [a favor del entrenamiento físico], IC del 95%: -0,25 a 0,27; dos estudios, 109 participantes; evidencia de calidad moderada). No se conoce si el entrenamiento físico fue más o menos efectivo para mejorar estos resultados secundarios en comparación con las intervenciones de control. La calidad de vida se evaluó en tres ensayos, aunque no se agruparon los datos debido a la heterogeneidad apreciable. Cinco de los ocho estudios incluidos no tuvieron abandonos en su grupo de intervención y no se informaron eventos adversos en ningún estudio.

Notas de traducción: 

La traducción y edición de las revisiones Cochrane han sido realizadas bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad del Gobierno español. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con Infoglobal Suport, cochrane@infoglobal-suport.com.

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