Mensajes clave
– La evidencia actual indica que el etiquetado calórico (energético) en los menús, y en o cerca de los productos, produce reducciones de las calorías seleccionadas y compradas de los alimentos y las bebidas no alcohólicas. La evidencia sobre el consumo (ingesta) indica un efecto similar, pero hay menos evidencia y es de menor calidad.
– No hay evidencia suficiente para calcular el efecto del etiquetado calórico de las bebidas alcohólicas.
– El etiquetado calórico de los alimentos podría tener efectos potencialmente significativos sobre la salud de la población cuando se aplica a escala, pero se necesitan más estudios de alta calidad sobre el consumo y sobre los productos alcohólicos.
¿Por qué poner etiquetas con las calorías en los productos?
El consumo excesivo de alimentos y el consumo de cualquier producto con alcohol son causas importantes de deterioro de la salud. El etiquetado de los menús y el envasado de los productos para mostrar cuánta energía contienen ("calorías", que se miden en kilocalorías), podrían reducir la cantidad que compran y consumen las personas y ayudarlas a elegir opciones más saludables.
¿Qué se quiso averiguar?
Se investigó si el añadir el etiquetado de calorías a los alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas) y las bebidas alcohólicas cambia la selección y el consumo que hacen las personas de esos productos.
¿Qué se hizo?
Se buscaron estudios que compararan los efectos de etiquetar los productos con no etiquetar los productos sobre la selección y el consumo de alimentos y bebidas en personas de cualquier edad. Se compararon y resumieron los resultados, y la confianza en la evidencia se calificó en función de factores como la metodología y los tamaños de los estudios.
¿Qué se encontró?
Se encontraron 25 estudios, todos realizados en países de ingresos altos. En 23 estudios se incluyeron alimentos, mientras que en dos se incluyeron productos alimenticios y alcohólicos. La mayoría de estos estudios se realizaron en condiciones reales como restaurantes o supermercados.
Resultados principales
Se encontró que añadir el etiquetado calórico a los alimentos redujo la cantidad de calorías seleccionadas en una pequeña cantidad (16 estudios, 9850 personas). Por ejemplo, si no había etiquetado, las personas seleccionaban una comida que tuviera 600 kilocalorías pero, cuando había etiquetado, seleccionaban una comida que tuviera 589 kilocalorías (11 kilocalorías menos).
El etiquetado calórico de los alimentos podría reducir la energía consumida (ocho estudios, 2134 personas). Por ejemplo, si no hubo etiquetado, las personas se comerían un menú de 600 kilocalorías pero, cuando hubo etiquetado, se comieron un menú de 565 kilocalorías (35 kilocalorías menos).
No hubo evidencia suficiente para evaluar los efectos del etiquetado calórico sobre los productos alcohólicos (selección de calorías: dos estudios, 5756 personas; selección de alcohol: un estudio, 205 personas).
¿Cuáles son las limitaciones de la evidencia?
Existe confianza en los resultados relacionados con el etiquetado calórico en la selección y compra de los alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas). Por el contrario, existe poca confianza en los resultados con respecto al etiquetado calórico en el consumo de alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas) porque la mayoría de los estudios se llevaron a cabo en contextos de laboratorio durante períodos cortos y no todos los estudios proporcionaron información suficiente acerca de cómo se realizaron. No se tiene confianza en las estimaciones de los efectos del etiquetado calórico sobre los productos alcohólicos porque no hubo suficientes estudios.
¿Cuál es el grado de actualización de esta evidencia?
Esta revisión está actualizada hasta el 2 de agosto de 2021.
La evidencia actual apunta que el etiquetado calórico de los alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas) en los menús, los productos y los envases da lugar a pequeñas reducciones de la energía seleccionada y adquirida, con efectos potencialmente importantes sobre la salud de la población cuando se aplica a escala. La evidencia que evalúa la repercusión del etiquetado calórico de los alimentos sobre el consumo indica un efecto similar al observado en la selección y la compra, aunque hay menos evidencia y es de menor certeza. No hay evidencia suficiente para calcular el efecto del etiquetado calórico de las bebidas alcohólicas, y se necesitan más estudios de alta calidad. Se necesitan más estudios de investigación para evaluar los posibles moderadores del efecto observado de la intervención en los alimentos, en particular el nivel socioeconómico. Los posibles efectos más amplios de la implementación que no se evalúan en esta revisión también merecen ser más estudiados, que incluyen la repercusión sistémica del etiquetado calórico sobre las acciones de la industria y los posibles efectos perjudiciales y beneficiosos individuales.
El consumo excesivo de alimentos, y el consumo de cualquier cantidad de alcohol aumenta el riesgo de enfermedades no transmisibles. El etiquetado calórico (energético) está recomendado como un medio para reducir la ingesta energética de alimentos y bebidas alcohólicas. Sin embargo, sigue habiendo dudas acerca de estos posibles efectos, y una revisión Cochrane de 2018 identificó solo un pequeño conjunto de evidencia de certeza baja. Esta revisión actualiza y amplía la revisión Cochrane de 2018 para proporcionar una reevaluación oportuna de la evidencia de los efectos del etiquetado calórico sobre la selección y el consumo de alimentos o bebidas alcohólicas por parte de las personas.
– Estimar el efecto del etiquetado calórico de los alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas) y las bebidas alcohólicas sobre la selección (con o sin compra) y el consumo.
– Evaluar los posibles modificadores (tipo de etiqueta, contexto y nivel socioeconómico) del efecto del etiquetado calórico sobre la selección (con o sin compra) y el consumo de alimentos y alcohol.
Se realizaron búsquedas en CENTRAL, MEDLINE, Embase, PsycINFO, otras cinco bases de datos de literatura publicada o gris, registros de ensayos y sitios web clave, seguidas de búsquedas de referencias citadas en los artículos y búsquedas prospectivas de referencias de los artículos identificados. Mediante un flujo de trabajo semiautomático, se buscaron y seleccionaron las entradas y los informes correspondientes de los estudios elegibles, y las búsquedas están actualizadas hasta el 2 de agosto de 2021. Las búsquedas actualizadas se realizaron en septiembre de 2023, pero sus resultados no están completamente integrados en esta versión de la revisión.
Los estudios elegibles fueron ensayos controlados aleatorizados (ECA) o cuasialeatorizados con diseños intersujeto (grupos paralelos) o intrasujeto (crossover), estudios de series de tiempo interrumpido o estudios controlados tipo antes y después que compararan el etiquetado calórico con ningún etiquetado calórico, aplicados a alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas) o bebidas alcohólicas. Los estudios elegibles también debían medir objetivamente la selección (con o sin compras) o el consumo de los participantes, en los contextos de vida real, laboratorio o laboratorio naturalista.
Dos autores de la revisión, de forma independiente, seleccionaron los estudios para la inclusión y extrajeron los datos de los estudios. Se aplicó la herramienta de Cochrane RoB 2 y ROBINS-I para evaluar el riesgo de sesgo de los estudios incluidos. Cuando fue posible, se utilizaron metanálisis (de efectos aleatorios) para calcular las magnitudes globales del efecto como diferencias de medias estandarizadas (DME) con intervalos de confianza (IC) del 95%, y análisis de subgrupos para investigar los posibles modificadores del efecto, incluidos el estudio, la intervención y las características de los participantes. Se resumieron los datos de otros estudios en un resumen narrativo. La certeza de la evidencia se calificó mediante el sistema GRADE.
Se incluyeron 25 estudios (23 de alimentos, 2 de alcohol y alimentos), que incluyeron 18 ECA, 1 ensayo controlado cuasialeatorizado, 2 series temporales interrumpidas y 4 estudios controlados tipo antes y después. La mayoría de los estudios se realizaron en contextos de condiciones reales (16/25; 13 de ellos en restaurantes o cafeterías y tres en supermercados); seis estudios se realizaron en laboratorios naturalistas que trataron de imitar condiciones de la vida real; y tres estudios se realizaron en contextos de laboratorio. La mayoría de los estudios evaluaron la repercusión del etiquetado calórico en cartas o pizarras de menús (18/25); seis estudios evaluaron la repercusión del etiquetado calórico directamente en los productos o sus envases, o colocados junto a ellos; y un estudio evaluó las etiquetas tanto en menús como en los envases de los productos. El tipo de etiquetado evaluado con mayor frecuencia fue el etiquetado calórico simple (20/25), y otros estudios evaluaron el etiquetado calórico con información sobre al menos otro nutriente, o el etiquetado calórico con equivalente calórico de actividad física (ECAF) (o ambos). Veinticuatro estudios se realizaron en países de ingresos altos, 15 en Estados Unidos, seis en el Reino Unido, uno en Irlanda, uno en Francia y uno en Canadá. La mayoría de los estudios (18/25) se llevaron a cabo en poblaciones de nivel socioeconómico alto, seis estudios incluyeron grupos socioeconómicos bajos y altos, y un estudio incluyó solo participantes de grupos socioeconómicos bajos. Veinticuatro estudios incluyeron una medida de selección de alimentos (con o sin compra), la mayoría midió la selección con compra (17/24), y ocho estudios incluyeron una medida del consumo de alimentos.
El etiquetado calórico de los alimentos dio lugar a una pequeña reducción de la energía seleccionada (DME −0,06; IC del 95%: −0,08 a −0,03; 16 estudios aleatorizados, 19 comparaciones, 9850 participantes; evidencia de certeza alta), con efectos casi idénticos cuando se incluyeron solo estudios con bajo riesgo de sesgo y cuando se incluyeron solo estudios de selección con compra. Podría haber una mayor reducción del consumo (DME −0,19; IC del 95%: −0,33 a −0,05; ocho estudios aleatorizados, 10 comparaciones, 2134 participantes; evidencia de certeza baja). Estas magnitudes del efecto indican que, para una comida media de 600 kcal, los adultos expuestos al etiquetado calórico seleccionarían 11 kcal menos (equivalente a una reducción del 1,8%) y consumirían 35 kcal menos (equivalente a una reducción del 5,9%). La dirección del efecto observada en los seis estudios no aleatorizados fue ampliamente consistente con la observada en los 16 estudios aleatorizados.
Solo dos estudios se centraron en las bebidas alcohólicas, y estos también incluyeron una medida de selección de alimentos (incluidas las bebidas no alcohólicas). Sus resultados no fueron concluyentes, con efectos inconsistentes e IC del 95% amplios que abarcaron tanto efectos perjudiciales como beneficiosos, y la evidencia fue de certeza muy baja.
La traducción de las revisiones Cochrane ha sido realizada bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.