¿Los programas escolares dirigidos a los niños que se consideran en riesgo de comportamiento agresivo son eficaces para reducir la violencia?

La violencia está reconocida como un importante problema de salud pública a nivel mundial, por lo que se ha prestado mucha atención a las intervenciones destinadas a prevenir los comportamientos agresivos y violentos. Dado que el comportamiento agresivo en la infancia se considera un factor de riesgo para la violencia y el comportamiento delictivo en la edad adulta, las estrategias de prevención de la violencia dirigidas a niños y adolescentes, como los programas escolares, se consideran intervenciones prometedoras.

Algunos programas de prevención escolar se dirigen a todos los niños que asisten a una escuela o a una clase, mientras que otros limitan la intervención a aquellos niños que ya han sido identificados por mostrar o amenazar con un comportamiento considerado agresivo; este enfoque se conoce como "prevención secundaria". En los últimos 20 años se han puesto en marcha una gran variedad de programas de prevención de la violencia en las escuelas, pero todavía no se conoce del todo su efectividad.

El objetivo de esta revisión sistemática fue determinar la efectividad de los programas de prevención secundaria en la escuela para prevenir la violencia (es decir, aquellas intervenciones dirigidas a niños identificados como agresivos o en riesgo de serlo) .

Los autores examinaron todos los ensayos que investigaron la efectividad de los programas de prevención secundaria de la violencia dirigidos a los niños de la enseñanza obligatoria en comparación con ninguna intervención o una intervención placebo.

Los autores encontraron 56 estudios; los resultados generales muestran que los programas escolares de prevención secundaria y destinados a reducir el comportamiento agresivo parecen dar lugar a mejorías en el comportamiento. Las mejorías se pueden lograr tanto en los grupos de edad de la escuela primaria como de la secundaria y tanto en grupos de ambos sexos como en los de sólo varones.

Es necesario investigar más a fondo si los efectos aparentemente beneficiosos de los programas se pueden producir fuera del contexto experimental y en contextos distintos de las escuelas. Ninguno de los estudios recopiló datos sobre las lesiones violentas, por lo que no es posible estar seguros de hasta qué punto una mejoría en el comportamiento se traduce en una reducción real de las lesiones. Además, es necesario investigar más para determinar si los efectos beneficiosos se pueden mantener en el tiempo y si los beneficios se pueden justificar frente a los costes de aplicación de dichos programas.

Conclusiones de los autores: 

Los programas escolares de prevención secundaria para reducir el comportamiento agresivo parecen producir mejorías en el comportamiento mayores de las que cabría esperar por casualidad. Los efectos beneficiosos se pueden obtener tanto en los grupos etarios de la escuela primaria como de la secundaria y tanto en los grupos de ambos sexos como en los de sólo varones. Es necesario seguir investigando para determinar si estos programas reducen la incidencia de lesiones violentas o si los efectos beneficiosos identificados se pueden mantener más allá de los 12 meses.

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Antecedentes: 

El comportamiento agresivo temprano es un factor de riesgo para la violencia y el comportamiento delictivo posteriores. A pesar de que hace más de 20 años que se llevan a cabo intervenciones de prevención de la violencia en el contexto escolar, siguen existiendo dudas sobre la efectividad de las diferentes intervenciones en los niños que muestran un comportamiento agresivo.

Objetivos: 

Examinar el efecto de los programas de prevención de la violencia en la escuela en niños identificados como agresivos o en riesgo de serlo.

Métodos de búsqueda: 

Se realizaron búsquedas en CENTRAL, en el registro especializado del Grupo Cochrane de Lesiones (Cochrane Injuries Group), en MEDLINE, en EMBASE, en otras bases de datos especializadas y en las listas de referencias de los artículos. También se estableció contacto con autores y organizaciones para identificar otros estudios.

Criterios de selección: 

Se incluyeron los ensayos que cumplían los siguientes criterios: 1) los participantes se asignaron al azar a grupos de intervención y control; 2) los datos de los desenlaces se recopilaron de forma simultánea; 3) los participantes incluían niños de educación obligatoria identificados como que mostraban, o estaban en riesgo de mostrar, un comportamiento agresivo; 4) las intervenciones estaban diseñadas para reducir la agresión, la violencia, el acoso, el conflicto o la ira; 5) las intervenciones estaban basadas en la escuela; 6) los desenlaces incluían el comportamiento agresivo, las respuestas de la escuela y de los organismos a los actos de agresión, o las lesiones violentas.

Obtención y análisis de los datos: 

Se recopilaron datos sobre el diseño, los participantes, las intervenciones, los desenlaces y los indicadores de calidad del estudio. Se compararon los resultados de cualquier intervención con los de ninguna intervención, inmediatamente después de la intervención y a los 12 meses, utilizando el metanálisis cuando fue necesario.

Resultados principales: 

De los 56 ensayos identificados, ninguno aportó datos sobre lesiones violentas. El comportamiento agresivo se redujo significativamente en los grupos de intervención en comparación con los grupos con ninguna intervención inmediatamente después de la intervención en 34 ensayos con datos, (diferencia de medias estandarizada [DME] -0,41; intervalo de confianza [IC] del 95%: -0,56 a -0,26). Este efecto se mantuvo en los siete estudios que informaron de un seguimiento de 12 meses (DME -0,40; [IC del 95%: -0,73 a -0,06]). Las acciones disciplinarias de la escuela o de los organismos en respuesta al comportamiento agresivo se redujeron en los grupos de intervención en nueve ensayos con datos, DME -0,48; IC del 95%: -1,16 a 0,19, aunque esta diferencia se podría haber debido al azar y no se mantuvo, según dos estudios que informaron un seguimiento de dos a cuatro meses (DME 0,03; IC del 95%: -0,42 a 0,47). Los análisis de subgrupos indicaron que las intervenciones diseñadas para mejorar las habilidades sociales o de relación podrían ser más efectivas que las intervenciones diseñadas para enseñar habilidades de no respuesta a situaciones provocativas, pero que los efectos beneficiosos fueron similares cuando se administraron a niños de primaria versus de secundaria, y a grupos de ambos sexos versus niños varones solos.

Notas de traducción: 

La traducción de las revisiones Cochrane ha sido realizada bajo la responsabilidad del Centro Cochrane Iberoamericano, gracias a la suscripción efectuada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España. Si detecta algún problema con la traducción, por favor, contacte con comunica@cochrane.es.

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